La preparación preliminar para la confesión puede ser bastante breve, para quienes se confiesan a menudo, y bastante larga, para aquellas personas que lo hacen por primera vez o que no se han confesado durante mucho tiempo. Puedes prepararte para la confesión tanto en casa como en la iglesia, inmediatamente antes de que comience. A veces es útil empezar a prepararse para la confesión con varios días de antelación. Al leer las oraciones cristianas antes de la confesión, debe prepararse para el arrepentimiento. Sólo así es posible el arrepentimiento completo. Es necesario recordar todos nuestros pecados, todas las violaciones de los mandamientos de Dios, así como todas las omisiones, es decir, aquellos momentos en los que podríamos haber hecho el bien, pero no lo hicimos.
Oración especial de San Simeón el Teólogo, leída antes de la confesión
Debe entenderse que la esencia de la confesión no es una conversación con el sacerdote sobre sus defectos, es un movimiento vivo del alma y el arrepentimiento del corazón. Por lo tanto, si cree que para usted escribir cuidadosamente los pecados en una hoja de papel convierte un acto sagrado en fariseísmo (es mejor no seguir las reglas), es mejor que el sacerdote lo corrija en la confesión que convertirlo en tal. sacramento en una seca formalidad. Porque la confesión formal para lucirse es inútil, infructuosa y, en la mayoría de los casos, ofensiva para Dios. En las Sagradas Escrituras se encuentra la mejor oración de Simeón el Nuevo Teólogo, leída antes de la confesión: ayuda a limpiar el alma con un arrepentimiento sincero.
Oraciones ortodoxas al Señor, leídas antes de la confesión.
A diferencia de la Sagrada Comunión, la preparación para la confesión no requiere el cumplimiento de una regla de oración especial ni el ayuno; lo principal es el arrepentimiento sincero. Las mejores oraciones leídas antes de la confesión pueden ser el Padre Nuestro, el Canon del Arrepentimiento al Señor, el Trisagion, Señor, ten piedad. Puedes simplemente leer el Evangelio. La confesión se hace antes de la liturgia, pero también es posible durante los servicios vespertinos. Sucede que cuando hay un gran número de personas se establece un tiempo adicional para la confesión. En cualquier caso, deberás consultar con tu templo con antelación la hora en la que se realizará.
El texto real de la oración ortodoxa de Simeón el Teólogo antes de la confesión.
Dios y Señor de todos! Tú que tienes el poder de cada aliento y alma, el único que puedes curarme, escucha mi oración, el maldito, y la serpiente que anida en mí, por el influjo del Espíritu Santísimo y vivificante, matando: y de mí la pobreza y la desnudez existen todas las virtudes, a los pies de mi santo padre (espiritual) con lágrimas concédele el honor, y su santa alma, de ser misericordioso, para que tú puedas ser misericordioso conmigo. Y concede, Señor, en mi corazón la humildad y los buenos pensamientos, propios de un pecador que ha aceptado arrepentirse ante Ti, y que no abandones por completo a la única alma que se unió a Ti y te confesó, y en lugar del mundo entero eligió y prefirió. Tú: pesa, Señor, como quiero ser salvo, aunque mi mala costumbre sea un obstáculo: pero para Ti es posible, Maestro, la esencia de todo, lo imposible es del hombre. Amén. Amén. Amén.
Colección completa y descripción: oración de San Simeón, el nuevo teólogo por la vida espiritual del creyente.
Oración 6, San Simeón el Nuevo Teólogo.
“De labios inmundos, de corazón vil, de lengua inmunda, de alma contaminada, acepta esta oración, Cristo mío, y sin rechazar mis palabras, mi carácter, ni mi desvergüenza, déjame decir libremente lo que quiero, Cristo mío. , pero mejor y enséñame lo que debo hacer y decir. He pecado más que la ramera que, sabiendo dónde estás, habiendo comprado la paz, se atrevió a venir a ungir tus pies, Cristo mío, Señor mío y Dios.
Así como Tú no rechazaste a aquella que venía de corazón puro, ¡no me desdeñes, Verbo! Permíteme sostener y besar Tus pies, y ungirlos con valentía con un chorro de lágrimas como mirra preciosa.
¡Lávame con tus lágrimas, límpiame con ellas, Palabra!
Perdona mis pecados y concédeme el perdón. Conoces muchos vicios, conoces mis llagas y ves mis úlceras, pero también conoces mi fe, ves mi celo y oyes mis gemidos. Ni una gota de lágrima, ni una gota de cierta parte se te oculta, Dios mío, mi Creador, mi Redentor.
Tus ojos han notado lo que no he completado, y en tu libro está escrito contigo incluso lo que aún no se ha hecho. Mira mi humildad, mira cuál es mi sufrimiento y perdóname todos mis pecados, oh Dios del universo, para que con corazón puro, pensamiento tembloroso y alma contrita pueda participar de tu purísima y santísima Misterios, por los cuales todo aquel que te come y bebe con espíritu puro, es vivificado y divinizado de corazón. Después de todo, Tú, mi Señor, dijiste: “Quien come Mi Carne y bebe Mi Sangre, permanece en Mí y Yo estoy en él”. La palabra de mi Señor y Dios es absolutamente cierta. Porque, participando de los Dones divinos y deificantes, no estoy solo, sino contigo, mi Cristo, la Luz, brillante como tres soles, que ilumina el mundo. Por eso, para no quedarme solo, separado de Ti, Dador de mi vida, de mi aliento, de mi vida, de mi alegría, de la salvación del mundo, acudí a Ti, como ves, con lágrimas y el alma contrita. , rogar recibirme la expiación de mis pecados y Tus Sacramentos vivificantes e inmaculados para recibir la comunión no es una condena; para que quedes, como dijiste, conmigo, tres veces desgraciado; para que el seductor, al encontrarme privado de Tu gracia, no me robe insidiosamente y, engañándome, no me aleje de Tus palabras deificantes.
Por eso, caigo a Tus pies y te clamo fervientemente: así como Tú aceptaste al hijo pródigo y a la ramera que vino a Ti, así, oh Misericordioso, acéptame a mí, el pródigo y el vil, que ahora viene a Ti con un alma contrita. Sé, Salvador, que nadie más ha pecado ante Ti como yo, ni ha hecho las obras que yo he hecho. Pero también sé que ni la severidad de los pecados ni la multitud de pecados exceden la gran paciencia y el gran amor de mi Dios por la humanidad, sino que con compasión misericordiosa Tú limpias e iluminas a los que ardientemente se arrepienten, y los introduces a la luz, haciéndoles generosamente partícipes de Tu Divinidad; y, lo que es maravilloso tanto para los ángeles como para el pensamiento humano, conversas muchas veces con ellos, como con tus verdaderos amigos. ¡Me da valor, me inspira, Cristo mío! Y, confiando audazmente en tus ricos beneficios para nosotros, regocijándonos y temblando juntos, yo, la hierba, participo del fuego y, milagro maravilloso, soy inexplicablemente regado, como en la antigüedad una zarza quemada sin consumirse. Entonces, con un pensamiento agradecido y un corazón agradecido, con todos mis sentimientos agradecidos, mi alma y mi cuerpo, te adoro, te magnifico y te glorifico, mi Dios, como bendito ahora y por siempre”.
Oración de San Simeón el Nuevo Teólogo, 6
Debajo de las imágenes - y sin costumbres, sin forma de hacer las cosas. Sin estudio – desvergüenza, manifestación de una disposición desvergonzada. Dame - dámelo. Di lo que quiero - decir lo que quiero. Además - pero mejor. Más pecadores He pecado más. Incluso si me llevas lejos que habiendo aprendido vesi – Sabes. La voluntad del zrish - ves la dirección de mi voluntad, celo, deseo. Mi deshecho - lo que aún no he hecho hasta el final, no lo he completado. Videste – ver (forma dual). Y aún deshecho - algo que aún no he hecho. Dios de todos - Dios del mundo entero (todo tipo - todo lo que existe, el universo). Temblando - lleno de temor. No contaminado - el más puro. Todo el que es venenoso y bebe. todo el que come y bebe. Usted anunció - porque Tú has hablado. Excepto por ti - fuera de Ti, sin Ti. Además de Tu gracia he encontrado - hallándome privado de tu gracia. Encantador - tentador, engañador, es decir, el diablo. Los halagos me deleitan. Me secuestrará insidiosamente. Seductor – engañando, desviando. Cálido - caliente. lloro - Apelo. Como habéis recibido al hijo pródigo, cómo recibiste al hijo pródigo. Creemos... como otro, como yo, no pequemos contra Ti - Sé que nadie más ha pecado ante Ti tanto como yo. Debajo de los hechos que he cometido - y no hice lo que hice. Pero volvemos a creer esto, ya que... pero también lo sé. Por la gracia de la compasión - compasión misericordiosa. Calurosamente arrepentido - ardientemente arrepentido. Svetisi – te iluminas. Crea luz, comunicantes - llevándote a la luz. Las comuniones de tu divinidad se relacionan de manera nada envidiable. impartiéndoles generosamente una porción de Tu Divinidad. Como un amigo como con amigos. Esta audacia me crea - me da coraje ( siya – neutro, plural número - traducido como "esto", no "estos"). Me estan empujando - me da alas. Juntos - juntos; Aquí: y al mismo tiempo. Participo del fuego y de la hierba. Participo del fuego, siendo hierba. Como el arbusto de antaño como un arbusto (arbusto) en la antigüedad. Udesy – miembros.
+ Los que habéis pecado más que la ramera, aunque sabéis dónde vivís, habiendo comprado el ungüento, vendré con valentía a ungir vuestras narices... - ver: Lucas. 7, 36-47.
Porque tú has dicho, Señor mío: todo el que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, permanece en Mí, y en Él Estoy. Celebrar. 6, 56.
Así como aceptaste al hijo pródigo y a la ramera que vino, nuevamente un recordatorio del hijo pródigo (Lucas 15:11-32) y de la esposa pecadora ya mencionada en esta oración (Lucas 7:36-47).
Es un milagro extraño, regamos, no arde, como una zarza que ardía en la antigüedad sin arder. – Ver: Ref. 3, 2-6.
Por la gracia de la compasión... purifica e ilumina... En el texto griego, la palabra “misericordia” se transmite mediante su símbolo frecuente: aceite, aceite... que está perfectamente sustentado en palabras limpio y brillante(aceite como agente curativo y como aceite en una lámpara).
Oración de arrepentimiento en traducción poética.
De un corazón roto
De un alma sumida en la inmundicia,
De una lengua que es vil
Acepta, oh Cristo, la oración,
Y habiendo aceptado generosamente,
Sin desestimar el recurso,
Y perdonándome esta insolencia,
Déjame decirte sin dudarlo,
lo que quiero decir, Cristo mío,
O muéstrame tú mismo
¿Qué debo decir y qué debo hacer?
Soy tan pecador como esa ramera
Que, habiendo descubierto dónde vives,
Trayendo mirra conmigo,
Y cayendo a tus pies,
Los ungió con valentía,
¡Oh Dios mío y Maestro mío!
Pero no la rechazaste,
Viniendo del corazón,
Así que tampoco te disgustes conmigo,
Pero permite que tus pies me
Beso, sosteniendo con tus manos,
Y con abundantes lágrimas,
Como un mundo valioso
Es audaz ungirlos.
Pero con mis propias lágrimas
Y límpiame, Palabra,
perdoname mis pecados
Y concede el perdón de los pecados.
Tú conoces el abismo de mis males,
Y conoces mis heridas,
Las costras de mis innumerables úlceras.
Pero también ves la fe
Y determinación diligente
Y escuchas mis gemidos.
No se esconderá de ti,
Mi Creador y Redentor,
ni una sola lágrima
O parte de una pequeña lágrima.
lo que no pude hacer
Los ojos de Dios ven claramente.
Y más en el libro eterno -
Lo que no he hecho todavía
Ha sido escrito desde tiempos inmemoriales.
Mira como me humillo
Mira que duro es mi trabajo,
perdoname mis pecados
¡Dios mío, Creador del universo!
Para que pueda con un corazón puro
Y con un pensamiento tembloroso
Y un alma rota
Comunión con aquellos Más Puros
Santísimos Misterios Inmortales,
¿Cuál es la fuente para todos?
Vida y deificación,
Que viene con un corazón puro.
Porque Tú dijiste, Maestro:
"El que come mi carne
El que acepta Mi sangre,
Él permanece conmigo,
En él habito yo mismo”.
Y tuya, Maestro, es la palabra,
no puede ser falso
Y tu idolatrador
No estoy solo, Cristo mío,
Pero yo permanezco contigo,
Luz de tres solares, todo este mundo.
Y para que no termine
fuera de Ti, oh Dador de vida,
mi aliento, mi vida,
El mundo de nuestra salvación, -
Por eso estoy empezando,
Como puedes ver, con lágrimas.
Y con el alma rota,
rogándote que me lo concedas.
Para que pueda dar vida
Tus Misterios Inmaculados
Conviértete en un digno comulgante.
Para que conmigo, el tres contrito,
Te quedaste como me prometiste.
Para que el astuto tentador
Habiéndome encontrado fuera de Ti,
No me atrajo insidiosamente
Y no me dejó esquivar
De las palabras de quienes idolatran.
Y caigo ante ti
Ahora con una cálida oración:
Cómo recibiste a los perdidos
Y la ramera que vino,
Así que acepta, oh Misericordioso,
Y con el alma rota
Lo sé, oh mi Salvador,
que ninguno de todos los vivos
No cometió ningún delito
Mi caída es igual.
Pero incluso entonces lo sé con seguridad
Que no existe tal cosa como caer,
Pecados tan grandes
¿Qué podrías sobrellenar?
Se me está acabando la paciencia
Y tu misericordia excede.
Eres el aceite de la compasión
Los que se arrepienten de todo corazón,
Y participantes de la luz
Y la divinidad, Salvador,
los haces generosamente.
Y no sólo a las personas,
Pero incluso los ángeles están asombrados.
Estás teniendo una conversación con ellos.
Como si fuera con verdaderos amigos.
Esto me da coraje
y, inspirado por la esperanza,
Estoy a favor de Tus abundantes dones.
Sentir alegría y temor
Yo, la hierba, acepto la llama,
Comulgar y... ¡oh, milagro! –
La zarza es como una antigua,
Que ardía sin arder.
Ahora el corazón está agradecido,
Toda mi mente está agradecida
Incluso los miembros están agradecidos.
Todo es mi alma y mi cuerpo.
Caigo hasta ti
Y te alabo, Dios mío,
ahora y siempre.
En memoria de Su Eminencia Pitirim, Metropolitano de Volokolamsk y Yuryevsk
El texto está traducido por Tatiana Lvovna Aleksandrova, Candidata de Ciencias Filológicas, profesora titular del Departamento de Lenguas Antiguas y Literatura Cristiana Antigua de la Universidad Humanitaria Ortodoxa de San Tikhon.
Oración de San Simeón el Nuevo Teólogo
EN CADA PROBLEMA Y CIRCUNSTANCIA
Oración a San Simeón el nuevo teólogo
Oración a los santos mártires Vera, Nadezhda, Lyubov y su madre Sofía
Oraciones ante los iconos de la Madre de Dios “Alegría de todos los que sufren”
Oraciones ante los iconos de la Madre de Dios “Apaga mis dolores”
Oraciones ante los iconos de la Madre de Dios “Protección de la Santísima Virgen María”
Simeón el nuevo teólogo. Rezo
Memoria: 12/25 de marzo
San Simeón el Nuevo Teólogo es quizás el místico más destacado de la ortodoxia, uno de los tres Padres a quienes la Iglesia llamó "teólogos". En sus “Himnos de amor”, estos poemas de verdadero amor, capturó el anhelo del alma humana por Dios. Además de ellas, este libro incluye muchas otras de sus creaciones.
Oración sexta, San Simeón el Nuevo Teólogo (Después de la Sagrada Comunión)
Oración antes de la confesión
Simeón el nuevo teólogo, Reverendo
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Rezo
Oración 6, San Simeón el Nuevo Teólogo
(Procediendo a la Sagrada Comunión)
Oración antes de la confesión
Dios y Señor de todos! Sólo Él es capaz de curarme de cada aliento y del poder del alma, escuchar la oración del maldito yo y consumir la serpiente que anida en mí mediante el influjo del Espíritu Santísimo y Vivificante, mortificante. Y concédeme, pobre y desnudo, todas las virtudes, para caer con lágrimas a los pies de mi santo padre (espiritual), y atraer su santa alma a la misericordia, para que tenga piedad de mí. Y concede, oh Señor, en mi corazón la humildad y los buenos pensamientos, propios de un pecador que ha aceptado arrepentirse ante Ti, y que no abandones al final a la única alma que se unió a Ti y te confesó, y te eligió y prefirió en su lugar. del mundo: porque sabemos, Señor, que quiero salvarme, aunque mi mala costumbre sea obstáculo: pero para Ti es posible, Maestro, la esencia de todo, lo imposible es del hombre. Amén.
Oración de San Simeón el Nuevo Teólogo por encontrar un mentor espiritual
Señor, no queriendo la muerte del pecador, sino volviéndose atrás y viviendo para ser él, para esto bajaste a la tierra, y levantaste a los que yacían y estaban muertos por el pecado y te viste, luz verdadera, como es posible para un persona para ver, hazla digna, envíame una persona que te guíe, y, como Tú, habiendo trabajado para él y sometido a él con todas mis fuerzas, y haciendo Tu voluntad en esa voluntad, te agradaré a Ti, único Dios, y yo, pecador, seré digno de tu reino.
Oración de arrepentimiento, quien se arrepiente con espíritu contrito y humilde ante Dios
Todo lo ves, Señor, y no hay nada que no hayas visto. Aunque soy obra de tus manos, no hice las obras según tus mandamientos, sino que por mi gran necedad hice todo lo malo, sin pensar que tú, mi Creador y Dios, eres tan bueno como justo. Ahora, al recordar esto, temblé y no sé qué hacer. Siento Tu condenación y no encuentro en mi boca una palabra de justificación. No tengo ninguna virtud y no he hecho ningún acto de arrepentimiento digno de perdonarme ni siquiera una palabra ociosa de mi boca. Además, quien tiene todas las virtudes y hace toda clase de buenas obras, lo hace como esclavo y deudor, pero por su pecado en todo esto no encontrará sustituto: aquí sólo precede tu misericordia. El pecado es muerte, y ¿quién de los que murieron por él podrá resucitar por sí solo? Realmente nadie. Sólo tú moriste y resucitaste, porque no cometiste pecado y no se encontró adulación en tu boca. Entonces, Señor Todopoderoso, después de haber cometido muchas malas acciones, me arrepiento, pero el arrepentimiento por sí solo no es lo suficientemente fuerte como para justificarme.
Oración por la liberación de las tentaciones.
Señor soberano, no permitas que vengan sobre mí tentaciones, ni tristezas, ni enfermedades superiores a mis fuerzas, sino líbrame de ellas, o concédeme la fuerza para soportarlas con acción de gracias.
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Oración antes de la confesión
Venerable Simeón el Nuevo Teólogo
Dios y Señor de todos! Tú que tienes el poder de cada aliento y alma, el único que puedes curarme, escucha mi oración, el maldito, y la serpiente que anida en mí, por el influjo del Espíritu Santísimo y vivificante, matando: y de mí la pobreza y la desnudez existen todas las virtudes, a los pies de mi santo padre (espiritual) con lágrimas concédele el honor, y su santa alma, de ser misericordioso, para que tú puedas ser misericordioso conmigo. Y concede, Señor, en mi corazón la humildad y los buenos pensamientos, propios de un pecador que ha aceptado arrepentirse ante Ti, y que no abandones por completo a la única alma que se unió a Ti y te confesó, y en lugar del mundo entero eligió y prefirió. Tú: pesa, Señor, como quiero ser salvo, aunque mi mala costumbre sea un obstáculo: pero para Ti es posible, Maestro, la esencia de todo, lo imposible es del hombre. Amén.
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Oración 6, Simeón el nuevo teólogo
De labios inmundos, de corazón vil, de lengua inmunda, de alma contaminada, acepta esta oración, Cristo mío, y no desprecies mis palabras, debajo de las imágenes, debajo de la falta de estudio. Concédeme decir con valentía lo que quiero, Cristo mío, y más aún, enséñame lo que debo hacer y decir. Habiendo pecado más que la ramera, aunque sabía dónde estabas, habiendo comprado mirra, vine con valentía a ungir tu nariz, Dios mío, Señor mío y Cristo. Así como no rechazaste la que salió de tu corazón, aborréceme abajo, la Palabra: Da la tuya a mi nariz, y sostén y bésala, y unge con valentía esta con chorros de lágrimas, como un ungüento valioso. Lávame con mis lágrimas, límpiame con ellas, oh Verbo.
Perdona mis pecados y concédeme el perdón. Pesa multitud de males, pesa mis costras y mira mis úlceras, pero pesa también mi fe, mira mi voluntad y escucha mis suspiros. No hay parte escondida de ti, Dios mío, mi Creador, mi Salvador, debajo de una gota de lágrima, debajo de una gota de cierta parte. Tus ojos han visto lo que Yo no he hecho, y en Tu libro está escrita para Ti la esencia de lo que aún no se ha hecho. Mira mi humildad, mira mi gran trabajo, y perdóname todos mis pecados, oh Dios de todos: para que con corazón puro, pensamiento tembloroso y alma contrita pueda participar de tus misterios inmaculados y santísimos, por los cuales todo el que come veneno y bebe con corazón puro es revivido y adorado; Porque tú has dicho, Señor mío: todo el que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, permanece en Mí, y en Él Estoy. La palabra de todo mi Maestro y Dios es verdadera: porque participáis de las gracias Divinas y adoradoras, porque no estoy solo, sino Contigo, mi Cristo, Luz Trisolar, iluminando al mundo.
Que no esté solo excepto Tú, Dador de vida, mi aliento, mi vientre, mi alegría, la salvación del mundo. Por eso vengo a Ti, como si te viera, con lágrimas y el alma contrita, te pido que aceptes la liberación de mis pecados, y participes sin condenación de Tus Misterios vivificantes e inmaculados, para que Tú Que permanezcan conmigo, como prometiste, los tres arrepentidos: para que no encuentre tu gracia excepto , el engañador me deleitará con el adulador, y el engañador desviará a los que idolatran tus palabras. Por esto me postro ante Ti y clamo a Ti con calidez: así como recibiste al hijo pródigo y a la ramera que vino, así recíbeme a mí, al hijo pródigo y a la inmunda, generosamente. Con el alma contrita, viniendo ahora a Ti, sabemos, oh Salvador, que otro, como yo, no pecó contra Ti, por debajo de las obras que yo cometí. Pero esto lo sabemos nuevamente, porque ni la grandeza de los pecados, ni la multitud de los pecados exceden la gran paciencia y el amor extremo de mi Dios por la humanidad; pero por la gracia de la compasión, calurosamente arrepentidos, y purificando, iluminando y creando luz, participantes, compañeros participantes de Tu Divinidad, haciendo cosas nada envidiables y extrañas tanto con el Ángel como con el pensamiento humano, conversando con ellos muchas veces. , como con Tu verdadero amigo Mi Cristo.
Y atreviéndose a mostrarnos tu rica bondad, regocijándonos y temblando juntos, la hierba participa del fuego, y de extraño milagro, somos regados sin quemarnos, así como la zarza de antaño ardía sin arder. Ahora con un pensamiento agradecido, con un corazón agradecido, con manos agradecidas, mi alma y mi cuerpo, te adoro, te magnifico y te glorifico, mi Dios, por ser bendito, ahora y por siempre.
“El Santo Justo Juan de Kronstadt señaló: “EnPasar por tus pecados en su multitud y en toda su vileza es verdaderamente un don de Dios”. Por lo tanto, la obra del arrepentimiento debe comenzar con una oración intensa y ferviente para que el Señor, por Su gracia, nos revele nuestros pecados y las pasiones y adicciones escondidas dentro de nosotros”. Fragmento del libro de N.E. Pestov “Práctica moderna de la piedad ortodoxa”, parte 4, capítulo 21.
La confesión de pecados en el Sacramento del Arrepentimiento requiere una seria preparación preliminar por parte del penitente. Puede ser bastante breve (es bastante apropiado para quienes están acostumbrados a confesarse con frecuencia), pero también puede durar mucho tiempo. Puedes prepararte para la Confesión en la iglesia inmediatamente antes de que comience o en casa antes de ir a la iglesia; A veces es útil empezar a prepararse el día antes o incluso con unos días de antelación.
Al prepararse para el sacramento del arrepentimiento, obviamente, el penitente necesita en primer lugar orar a Dios: porque sin su ayuda milagrosa, el arrepentimiento profundo es imposible. Al mismo tiempo, todos debemos arrepentirnos de nuestros pecados y pedirle al Señor que nos conceda gracia para ayudarnos a arrepentirnos sinceramente y ganar determinación para dejar nuestro estilo de vida pecaminoso anterior. Podemos expresar esta oración con nuestras propias palabras y utilizar las oraciones de los santos. Algunas de las oraciones antes de la Confesión se presentan a continuación. Es importante señalar: que en la práctica actual de la Iglesia Ortodoxa Rusa, la preparación para la Confesión no requiere leer oraciones, por tanto, las oraciones propuestas son orientativas, pero no obligatorias.
Oración a San Simeón el nuevo teólogo antes de la confesión
Dios y Señor de todo, de cada aliento y alma, ¡sólo a mí tienes el poder de curarme! Escucha mi oración, el maldito, y la serpiente que anida en mí, consumida por el influjo del Espíritu Santísimo y vivificante. Y yo, pobre y desnudo de todas las virtudes, caiga a los pies de mi santo padre (espiritual) con lágrimas, y lleve su santa alma a la misericordia, incluso ten piedad de mí ́. Y concede, Señor, en mi corazón la humildad y los buenos pensamientos, propios del pecador que ha aceptado arrepentirse ante Ti; y que no abandonéis al final a la única alma que se unió a Vos y os confesó, y os eligió y prefirió en lugar del mundo. Créeme, Señor, que quiero salvarme, aunque mi mala costumbre pueda ser un obstáculo: pero toda la esencia es posible para Ti, Señor, aunque sea imposible para la esencia del hombre. Amén.
Oración de arrepentimiento del Rev. Isaac el sirio
¿Qué es importante recordar en las oraciones de arrepentimiento? Evidentemente, nuestros pecados, nuestras pasiones y negligencias presentes, y al mismo tiempo recordar el sacrificio salvador de Cristo y Su incomprensible mayor sufrimiento por nosotros. Así es exactamente como St. Isaac el sirio.
“Señor Jesucristo, Dios nuestro, que lloraste sobre Lázaro y derramaste sobre él lágrimas de dolor y compasión, acepta las lágrimas de mi dolor. Por Tu sufrimiento sana mis pasiones; Sana mis úlceras con Tus llagas. Purifica mi sangre con Tu sangre y mezcla con mi cuerpo la fragancia de Tu cuerpo vivificante. Que la bilis que te dieron a beber tus enemigos endulce mi alma del dolor que me dio a beber mi adversario; Que los sufrimientos de Tu Cuerpo, tendido en el árbol de la cruz, eleven hacia Ti mi mente, arrastrada por los demonios de abajo. Que Tu cabeza, inclinada en la cruz, levante la mía, estrangulada por los adversarios. Que Tus santas manos, clavadas por los infieles en la cruz, me conduzcan hacia Ti desde el abismo de la destrucción, como prometieron Tus santos labios. Que tu rostro, que ha recibido el estrangulamiento y el escupitajo de los condenados, ilumine mi rostro, contaminado por las iniquidades. Que tu alma, que estando en la cruz diste a tu Padre, me guíe a ti por tu gracia. No tengo dolor de corazón por buscarte; No tengo ni arrepentimiento ni contrición, por las cuales los hijos son introducidos en su propia herencia. No tengo lágrimas de consuelo, Vladyka. Mi mente se ha oscurecido por los acontecimientos de esta vida y no tengo fuerzas para alzar mi mirada hacia Ti con mi enfermedad. Mi corazón se ha enfriado por muchas tentaciones y no puede ser reconfortado con lágrimas de amor por Ti. Pero Tú, Señor Jesucristo, Dios, Tesoro de Bienes, concédeme un arrepentimiento completo y un corazón incansable, para que con toda mi alma salga a buscarte. Porque sin Ti seré ajeno a todo bien. Por tanto, oh Bueno, concédeme tu gracia. Que el Padre, que eternamente y eternamente os saca de su seno, renueve en mí los rasgos de vuestra imagen. Te dejé, pero Tú no me dejas. Me he apartado de Ti - Tú vienes a buscarme y a conducirme a Tus pastos, cuéntame entre las ovejas de Tu rebaño elegido, saturame con el grano de Tus Divinos misterios junto con aquellos cuyo corazón puro es Tu morada, y en él el brillo de Tus revelaciones es visible: esto es consuelo y alegría para aquellos que han trabajado para Ti en dolores y diversos tormentos. Que también nosotros seamos dignos de este esplendor por Tu gracia y Tu amor por la humanidad, nuestro Salvador Jesucristo, por los siglos de los siglos. Amén".
San Simeón el Nuevo Teólogo (949 – 1022) - monje, teólogo, autor de “Himnos” (versos poéticos espirituales), uno de los más brillantes representantes de la tradición del hesicasmo. Junto con dos grandes teólogos de la Iglesia: Juan el Teólogo y Gregorio el Teólogo, Simeón recibió el nombre de Nuevo Teólogo.
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Oración sexta, San Simeón el Nuevo Teólogo (Después de la Sagrada Comunión)
De labios viles, de corazón vil, de lengua inmunda, de alma contaminada, acepta esta oración, Cristo mío, y no desprecies mis palabras, debajo de las imágenes, debajo de la falta de estudio. Concédeme decir con valentía lo que quiero, Cristo mío, y más aún, enséñame lo que debo hacer y decir. Habiendo pecado más que la ramera, aunque sabía dónde estabas, habiendo comprado mirra, vine con valentía a ungir tu nariz, Dios mío, Señor mío y Cristo. Así como no rechazaste la que salió de tu corazón, aborréceme abajo, la Palabra: Da la tuya a mi nariz, y sostén y bésala, y unge con valentía esta con chorros de lágrimas, como un ungüento valioso. Lávame con mis lágrimas, límpiame con ellas, oh Verbo. Perdona mis pecados y concédeme el perdón. Pesa multitud de males, pesa mis costras y mira mis úlceras, pero pesa también mi fe, mira mi voluntad y escucha mis suspiros. No hay parte escondida de ti, Dios mío, mi Creador, mi Salvador, debajo de una gota de lágrima, debajo de una gota de cierta parte. Tus ojos han visto lo que Yo no he hecho, y en Tu libro está escrita para Ti la esencia de lo que aún no se ha hecho. Mira mi humildad, mira mi gran trabajo, y perdóname todos mis pecados, oh Dios de todos: para que con corazón puro, pensamiento tembloroso y alma contrita pueda participar de tus misterios inmaculados y santísimos, por los cuales todo el que come veneno y bebe con corazón puro es revivido y adorado; Porque tú has dicho, Señor mío: todo el que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, permanece en Mí, y en Él Estoy. La palabra de todo Maestro y de mi Dios es verdadera: porque participáis de las gracias divinas y adoradoras, porque no estoy solo, sino Contigo, mi Cristo, Luz Trisolar, que ilumina al mundo. Que no esté solo junto a Ti, Dador de vida, mi aliento, mi vida, mi alegría, la salvación del mundo. Por eso vengo a Ti, como si te viera, con lágrimas y con el alma contrita, te pido que aceptes la liberación de mis pecados y participes de Tus Misterios vivificantes e inmaculados sin condenación, para que para que Tú permanezcas, como has prometido, conmigo, el arrepentido: que no sólo encuentre Tu gracia, el engañador me deleitará con el adulador, y el engañador desviará a los que idolatran Tus palabras. Por esto me postro ante Ti y clamo a Ti con calidez: así como recibiste al hijo pródigo y a la ramera que vino, así recíbeme a mí, al hijo pródigo y a la inmunda, generosamente. Esto es lo atrevido que me hacen, esto es lo que me obligan a hacer, oh Cristo mío. Y atreviéndonos a mostrarnos Tu rica bondad, regocijándonos y temblando juntos, participamos del fuego y participamos de esta hierba, y extraño milagro, la regamos sin quemarnos, así como la zarza antigua no ardía sin arder. Ahora con un pensamiento agradecido, con un corazón agradecido, con manos agradecidas, mi alma y mi cuerpo, te adoro, te magnifico y te glorifico, mi Dios, por ser bendito, ahora y por siempre.
Oración antes de la confesión
Dios y Señor de todos! Sólo él, que tiene el poder de cada aliento y alma, puede curarme, escuchar la oración del maldito yo y consumir la serpiente que anida en mí mediante el influjo del Espíritu Santísimo y vivificante, matándome. Y concédeme, pobre y desnudo, todas las virtudes, para caer con lágrimas a los pies de mi santo padre (espiritual), y atraer su santa alma a la misericordia, para que tenga piedad de mí. Y concede, oh Señor, en mi corazón la humildad y los buenos pensamientos, propios de un pecador que ha aceptado arrepentirse ante Ti, y que no abandones al final a la única alma que se unió a Ti y te confesó, y te eligió y prefirió en su lugar. del mundo: porque sabemos, Señor, que quiero salvarme, aunque mi mala costumbre sea obstáculo: pero para Ti es posible, Maestro, la esencia de todo, lo imposible es del hombre. Amén.
Oración de San Simeón el Nuevo Teólogo por encontrar un mentor espiritual
Señor, no queriendo la muerte del pecador, sino volviéndose atrás y viviendo para ser él, para esto bajaste a la tierra, y levantaste a los que yacían y estaban muertos por el pecado y te viste, luz verdadera, como es posible para un persona para ver, hazla digna, envíame una persona que te guíe, y, como Tú, habiendo trabajado para él y sometido a él con todas mis fuerzas, y haciendo Tu voluntad en esa voluntad, te agradaré a Ti, único Dios, y yo, pecador, seré digno de tu reino.
Oración de arrepentimiento, quien se arrepiente con espíritu contrito y humilde ante Dios
Todo lo ves, Señor, y no hay nada que no hayas visto. Aunque soy obra de tus manos, no hice las obras según tus mandamientos, sino que por mi gran necedad hice todo lo malo, sin pensar que tú, mi Creador y Dios, eres tan bueno como justo.
Oración por la liberación de las tentaciones.
Ahora, al recordar esto, temblé y no sé qué hacer. Siento Tu condenación y no encuentro en mi boca una palabra de justificación. No tengo ninguna virtud y no he hecho ningún acto de arrepentimiento digno de perdonarme ni siquiera una palabra ociosa de mi boca. Además, quien tiene todas las virtudes y hace toda clase de buenas obras, lo hace como esclavo y deudor, pero por su pecado en todo esto no encontrará sustituto: aquí sólo precede tu misericordia.
Simeón el nuevo teólogo, El pecado es muerte, y ¿quién de los que murieron por él podrá resucitar por sí solo? Realmente nadie. Sólo tú moriste y resucitaste, porque no cometiste pecado y no se encontró adulación en tu boca. Entonces, Señor Todopoderoso, después de haber cometido muchas malas acciones, me arrepiento, pero el arrepentimiento por sí solo no es lo suficientemente fuerte como para justificarme.
Señor soberano, no permitas que vengan sobre mí tentaciones, ni tristezas, ni enfermedades superiores a mis fuerzas, sino líbrame de ellas, o concédeme la fuerza para soportarlas con acción de gracias.
Reverendo
No cualquiera puede llevar la palabra de Dios al pueblo, ni ser predicador y maestro. Un ejemplo de tal persona es San Simeón el Nuevo Teólogo. La música de los textos divinos que escribió penetra en nuestras almas durante la implementación de los sacramentos más importantes de la iglesia. La oración antes de la confesión de San Simeón el Nuevo Teólogo ayuda a adoptar la actitud correcta y decir las palabras correctas durante el arrepentimiento.
Vida de San Simeón
El monje Simeón provenía de una antigua familia; en su juventud ocupó un rango en la corte del emperador. Al cumplir 25 años, se lanzó al monaquismo, convirtiéndose en novicio del monasterio. Deseó la soledad y el Espíritu Santo, descendiendo, ocultó de su mirada la realidad circundante.
A la edad de 56 años, Simeón el Nuevo Teólogo dejó el cargo de abad y se instaló en el monasterio. En esta etapa creó sus principales obras teológicas, en las que enseñaba el superación espiritual y la resistencia a la tentación. Su pluma inscribió “Himnos del Amor Divino”, llenos de serios razonamientos de oración.
Las obras de Simeón fueron percibidas de manera controvertida, lo que contribuyó al surgimiento de un conflicto con los patriarcas de la Iglesia y al exilio al Bósforo, donde el anciano creó el monasterio de Santa Marina y pasó allí sus últimos años.
Oraciones de Simeón el Nuevo Teólogo
El Reverendo prestó gran atención a la preparación a los sacramentos. Una de las oraciones importantes es la Oración de Simeón el Teólogo antes de la confesión. El texto de la oración prepara al confesor para las revelaciones ante el Todopoderoso. Las palabras infunden fe en la misericordia de Dios, en la pureza de pensamientos y de alma. Una persona que lee la oración de Simeón el Teólogo parece ver la luz divina y la purificación por delante.
Oración 6, San Simeón el Nuevo Teólogo
(Procediendo a la Sagrada Comunión)
De labios inmundos, de corazón vil, de lengua inmunda, de alma contaminada, acepta esta oración, Cristo mío, y no desprecies mis palabras, debajo de las imágenes, debajo de la falta de estudio. Concédeme decir con valentía lo que quiero, Cristo mío, y más aún, enséñame lo que debo hacer y decir. Habiendo pecado más que la ramera, aunque sabía dónde estabas, habiendo comprado mirra, vine con valentía a ungir tu nariz, Dios mío, Señor mío y Cristo. Así como no rechazaste la que salió de tu corazón, aborréceme abajo, la Palabra: Da la tuya a mi nariz, y sostén y bésala, y unge con valentía esta con chorros de lágrimas, como un ungüento valioso. Lávame con mis lágrimas, límpiame con ellas, oh Verbo. Perdona mis pecados y concédeme el perdón. Pesa multitud de males, pesa mis costras y mira mis úlceras, pero pesa también mi fe, mira mi voluntad y escucha mis suspiros. No hay parte escondida de ti, Dios mío, mi Creador, mi Salvador, debajo de una gota de lágrima, debajo de una gota de cierta parte. Tus ojos han visto lo que Yo no he hecho, y en Tu libro está escrita para Ti la esencia de lo que aún no se ha hecho. Mira mi humildad, mira mi gran trabajo, y perdóname todos mis pecados, oh Dios de todos: para que con corazón puro, pensamiento tembloroso y alma contrita pueda participar de tus misterios inmaculados y santísimos, por los cuales todo el que come veneno y bebe con corazón puro es revivido y adorado; Porque tú has dicho, Señor mío: todo el que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, permanece en Mí, y en Él Estoy. La palabra de todo Maestro y de mi Dios es verdadera: porque participáis de las gracias divinas y adoradoras, porque no estoy solo, sino Contigo, mi Cristo, Luz Trisolar, que ilumina al mundo. Que no esté solo excepto Tú, Dador de vida, mi aliento, mi vientre, mi alegría, la salvación del mundo. Por eso vengo a Ti, como si te viera, con lágrimas y con el alma contrita, te pido que aceptes la liberación de mis pecados y participes de Tus Misterios vivificantes e inmaculados sin condenación, para que para que permanezcas, como has prometido, conmigo, el arrepentido: para que no encuentre tu gracia excepto que el engañador me deleite con el adulador, y el engañador desviará a los que idolatran tus palabras. Por esto me postro ante Ti y clamo a Ti con calidez: así como recibiste al hijo pródigo y a la ramera que vino, así recíbeme a mí, al hijo pródigo y a la inmunda, generosamente. Con el alma contrita, viniendo ahora a Ti, sabemos, oh Salvador, que otro, como yo, no pecó contra Ti, por debajo de las obras que yo cometí. Pero esto lo sabemos nuevamente, porque ni la grandeza de los pecados, ni la multitud de los pecados exceden la gran paciencia y el amor extremo de mi Dios por la humanidad; pero por la gracia de la compasión, arrepentidos afectuosamente, purificando, iluminando y creando luz, participantes, compañeros participantes de Tu Divinidad, haciendo cosas poco envidiables y extrañas tanto con el Ángel como con el pensamiento humano, conversando con ellos muchas veces, como si estuviera con tu verdadero amigo. Esto es lo atrevido que me hacen, esto es lo que me obligan a hacer, oh Cristo mío. Y atreviéndonos a mostrarnos Tu rica bondad, regocijándonos y temblando juntos, participamos del fuego y participamos de esta hierba, y extraño milagro, la regamos sin quemarnos, así como la zarza antigua no ardía sin arder. Ahora con un pensamiento agradecido, con un corazón agradecido, con manos agradecidas, mi alma y mi cuerpo, te adoro, te magnifico y te glorifico, mi Dios, por ser bendito, ahora y por siempre.
Oración antes de la confesión
Dios y Señor de todos! Sólo Él es capaz de curarme de cada aliento y del poder del alma, escuchar la oración del maldito yo y consumir la serpiente que anida en mí mediante el influjo del Espíritu Santísimo y Vivificante, mortificante. Y concédeme, pobre y desnudo, todas las virtudes, para caer con lágrimas a los pies de mi santo padre (espiritual), y atraer su santa alma a la misericordia, para que tenga piedad de mí. Y concede, oh Señor, en mi corazón la humildad y los buenos pensamientos, propios de un pecador que ha aceptado arrepentirse ante Ti, y que no abandones al final a la única alma que se unió a Ti y te confesó, y te eligió y prefirió en su lugar. del mundo: porque sabemos, Señor, que quiero salvarme, aunque mi mala costumbre sea obstáculo: pero para Ti es posible, Maestro, la esencia de todo, lo imposible es del hombre. Amén.
Oración de San Simeón el Nuevo Teólogo por encontrar un mentor espiritual
Señor, no queriendo la muerte del pecador, sino volviéndose atrás y viviendo para ser él, para esto bajaste a la tierra, y levantaste a los que yacían y estaban muertos por el pecado y te viste, luz verdadera, como es posible para un persona para ver, hazla digna, envíame una persona que te guíe, y, como Tú, habiendo trabajado para él y sometido a él con todas mis fuerzas, y haciendo Tu voluntad en esa voluntad, te agradaré a Ti, único Dios, y yo, pecador, seré digno de tu reino.
Oración de arrepentimiento, quien se arrepiente con espíritu contrito y humilde ante Dios
Todo lo ves, Señor, y no hay nada que no hayas visto. Aunque soy obra de tus manos, no hice las obras según tus mandamientos, sino que por mi gran necedad hice todo lo malo, sin pensar que tú, mi Creador y Dios, eres tan bueno como justo. Ahora, al recordar esto, temblé y no sé qué hacer. Siento Tu condenación y no encuentro en mi boca una palabra de justificación. No tengo ninguna virtud y no he hecho ningún acto de arrepentimiento digno de perdonarme ni siquiera una palabra ociosa de mi boca. Además, quien tiene todas las virtudes y hace toda clase de buenas obras, lo hace como esclavo y deudor, pero por su pecado en todo esto no encontrará sustituto: aquí sólo precede tu misericordia. El pecado es muerte, y ¿quién de los que murieron por él podrá resucitar por sí solo? Realmente nadie. Sólo tú moriste y resucitaste, porque no cometiste pecado y no se encontró adulación en tu boca. Entonces, Señor Todopoderoso, después de haber cometido muchas malas acciones, me arrepiento, pero el arrepentimiento por sí solo no es lo suficientemente fuerte como para justificarme.
