Nació y se crió en la ciudad de Magdala a orillas del lago Gennesaret, razón por la cual recibió su apodo. El Evangelio no nos dice nada sobre los primeros años de María, pero la Tradición nos dice que María de Magdala era joven, hermosa, llevaba una vida pecaminosa y cayó en un frenesí. El Evangelio dice que el Señor expulsó siete demonios de María. Por la enfermedad de María Magdalena, apareció la gloria de Dios, y ella misma adquirió la gran virtud de la confianza plena en la voluntad de Dios y la devoción inquebrantable al Señor Jesucristo. Desde el momento de su curación, María comenzó una nueva vida, se convirtió en una fiel discípula del Salvador.
El Evangelio cuenta que María Magdalena siguió al Señor cuando Él y los Apóstoles pasaron por las ciudades y aldeas de Judea y Galilea predicando el Reino de Dios. Junto a las piadosas mujeres -Juana, la esposa de Chuza, Susana y otras- le sirvió desde sus haciendas (Lc. 8, 1-3) y, sin duda, compartió las obras evangelizadoras con los apóstoles, especialmente entre las mujeres.
Evidentemente, ella, junto con otras mujeres, es a la que se refiere el evangelista Lucas, contando que en el momento de la procesión de Cristo al Gólgota, cuando, después de la flagelación, llevó sobre sí la pesada cruz, exhausto por su peso, las mujeres lo siguieron. , llorando y sollozando, y los consoló. Cuenta el Evangelio que María Magdalena también estaba en el Gólgota en el momento de la crucifixión del Señor. Cuando todos los discípulos del Salvador huyeron, ella permaneció valientemente en la Cruz junto con la Madre de Dios y el Apóstol Juan. Los evangelistas citan entre los que están junto a la cruz también a la madre del apóstol Santiago el Menor, y a Salomé, y a otras mujeres que siguieron al Señor desde la misma Galilea, pero todos llaman a María Magdalena la primera, y al apóstol Juan, excepto la Madre de Dios, sólo la menciona a ella y a María Cleopova. Esto indica cuánto sobresalió entre todas las mujeres que rodeaban al Salvador.
Santa María Magdalena acompañó el Purísimo Cuerpo del Señor Jesucristo durante Su traslado al sepulcro en el huerto del justo José de Arimatea, estuvo en Su sepultura (Mt 27,61; Mc 15,47).
Fiel a la ley en que había sido educada, María, junto con otras mujeres, permaneció todo el día siguiente en reposo, porque el día de aquel sábado era grande, coincidiendo ese año con la fiesta de Pascua. Pero aún así, antes del día de descanso, las mujeres consiguieron abastecerse de fragancias para que el primer día de la semana acudieran de madrugada al sepulcro del Señor y Maestro y, según la costumbre de los judíos, ungieran Su cuerpo con aromas funerarios. Se debe suponer que, habiendo acordado ir al Sepulcro el primer día de la semana temprano en la mañana, las santas mujeres, al dispersarse el viernes por la noche a sus hogares, no tuvieron la oportunidad de encontrarse el sábado. , y tan pronto como amaneció el día siguiente, fueron al sepulcro no juntos, sino cada uno de su propia casa. El evangelista Mateo escribe que las mujeres llegaron al sepulcro al amanecer, o, como dice el evangelista Marcos, muy temprano, al amanecer; El evangelista Juan, como si los complementara, dice que María fue tan temprano al sepulcro que aún estaba oscuro. Aparentemente, esperaba con ansias el final de la noche, pero, sin esperar el amanecer, cuando aún reinaba la oscuridad, corrió hacia donde yacía el cuerpo del Señor.
Recuperó el sentido y volvió a correr hacia los apóstoles para cumplir la voluntad de Aquel que la envió a predicar. De nuevo corrió a la casa, donde los apóstoles aún estaban confundidos, y les proclamó la gozosa noticia: " vi al señor!" Entonces María se convirtió en la primera predicadora de la Resurrección en el mundo, una evangelista para los evangelistas.
La Sagrada Escritura no habla de la vida de María Magdalena después de la resurrección de Cristo, pero se puede pensar que si en los momentos terribles de la crucifixión de Cristo ella estuvo al pie de Su Cruz con Su Madre Purísima y Juan, entonces ella Estuvo con todos ellos el futuro próximo después de la resurrección y ascensión del Señor. Así San Lucas escribe en el libro de los Hechos de los Apóstoles que todos los apóstoles unánimes permanecieron en oración y ruego con algunas mujeres y María, la Madre de Jesús, y con sus hermanos.
Cuenta la Santa Tradición que cuando los apóstoles partieron de Jerusalén para predicar por todas partes del mundo, María Magdalena fue con ellos a predicar. La mujer valiente se fue patria y fue con un sermón a Roma. Por todas partes proclamaba a la gente acerca de Cristo y de sus enseñanzas, y cuando muchos no creían que Cristo había resucitado, les repetía lo mismo que había dicho a los apóstoles en la luminosa mañana de la Resurrección: " vi al señor". Con este sermón, dio la vuelta a toda Italia.
La tradición dice que en Italia, María Magdalena se apareció al emperador Tiberio (14-37) y le predicó sobre Cristo Resucitado. Ella le trajo un huevo rojo como símbolo de la Resurrección, un símbolo de nueva vida con las palabras: " ¡Cristo ha resucitado!"Entonces ella le dijo al emperador que en su provincia de Judea, Jesús el Galileo, un hombre santo que hizo milagros, fuerte ante Dios y todos los pueblos, fue inocentemente condenado, ejecutado por la calumnia de los sumos sacerdotes judíos, y la sentencia fue aprobada. por el procurador designado por Tiberio Poncio Pilato María repitió las palabras de los apóstoles de que los que creen en Cristo son redimidos de una vida vana, no con plata u oro corruptible, sino con la sangre preciosa de Cristo como Cordero puro y sin mancha.
Evidentemente, es María Magdalena a quien el apóstol Pablo tiene en mente en su Epístola a los Romanos (Rom. 16:6), donde, junto a otros ascetas de la predicación del evangelio, menciona a María (Mariam), quien “ trabajó duro para nosotros Evidentemente, estuvo entre los que sirvieron de todo corazón a la Iglesia tanto con sus propios medios como con sus trabajos, exponiéndose a los peligros, y compartió con los apóstoles los trabajos de la predicación.
Según la tradición de la Iglesia, permaneció en Roma hasta la llegada del Apóstol Pablo allí y dos años más después de su partida de Roma tras el primer juicio de él. Desde Roma, Santa María Magdalena, ya en su vejez, se trasladó a Éfeso, donde trabajó incansablemente el santo Apóstol Juan, quien de sus palabras escribió el capítulo 20 de su Evangelio. Allí terminó la santa vida terrenal y fue sepultado.
Reliquias y veneración
La Iglesia canonizó a Santa María Magdalena como Santa Igual a los Apóstoles. La Iglesia Ortodoxa honra sagradamente la memoria de Santa María Magdalena, quien, siendo llamada por el mismo Señor de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios, mostró un ejemplo de conversión completa, comenzó una nueva vida y nunca dudó en esta sendero. Ella amó al Señor y permaneció con Él tanto en la honra como en la deshonra, por lo que, conociendo su fidelidad, Él fue el primero en aparecerse a ella, levantándose del sepulcro, y fue ella la que se hizo digna de ser la primera predicadora de Su Resurrección.
Las sagradas reliquias de María, igual a los apóstoles, fueron en - años, bajo el emperador León VI el Filósofo (886-912), trasladadas de Éfeso a Constantinopla y depositadas en el templo.
Santo Portador de mirra igual a los apóstoles
MARÍA MAGDALENA
A orillas del lago Genesaret, entre las ciudades de Capernaum y Tiberíades, se encontraba pequeño pueblo Magdala, cuyos restos han sobrevivido hasta el día de hoy. Ahora solo el pequeño pueblo de Mejdel se encuentra en su lugar.
Una vez nació y creció una mujer en Magdala, cuyo nombre entró en la historia del evangelio para siempre. El Evangelio no nos dice nada sobre los primeros años de María, pero la Tradición nos dice que María de Magdala era joven, hermosa y llevaba una vida de pecado. El Evangelio dice que el Señor expulsó siete demonios de María. Desde el momento de su curación, María comenzó una nueva vida. Se convirtió en una fiel discípula del Salvador.
El Evangelio cuenta que María Magdalena siguió al Señor cuando Él y los Apóstoles pasaron por las ciudades y aldeas de Judea y Galilea predicando el Reino de Dios. Junto a mujeres piadosas le sirvió y compartió con los apóstoles la obra del evangelio, especialmente entre las mujeres.
Cuenta el Evangelio que María Magdalena también estaba en el Gólgota en el momento de la crucifixión del Señor. Cuando todos los discípulos del Salvador huyeron, ella permaneció valientemente en la Cruz junto con la Madre de Dios y el Apóstol Juan.
Los evangelistas enumeran entre los que estuvieron junto a la cruz también a la madre del apóstol Santiago el Menor, y a Salomé, y a otras mujeres que siguieron al Señor desde la misma Galilea, pero todos llaman a María Magdalena la primera, y al apóstol Juan, excepto el Madre de Dios, solo la menciona a ella y a María Cleopova. Esto indica cuánto sobresalió entre todas las mujeres que rodeaban al Salvador.
Le fue fiel no sólo en los días de Su gloria, sino también en el momento de Su extrema humillación y oprobio. Ella, como narra el evangelista Mateo, también estuvo presente en el entierro del Señor. Frente a sus ojos, José y Nicodemo llevaron Su cuerpo sin vida a la tumba. Frente a sus ojos, bloquearon la entrada a la cueva donde el Sol de la vida se había puesto con una gran piedra...
Fiel a la ley en que fue educada, María, junto con otras mujeres, permaneció todo el día siguiente en reposo, porque era grande el día de aquel sábado, que coincidía aquel año con la fiesta de Pascua. Pero aún así, antes del día de descanso, las mujeres consiguieron abastecerse de fragancias para que el primer día de la semana acudieran de madrugada al sepulcro del Señor y Maestro y, según la costumbre de los judíos, ungieran Su cuerpo con aromas funerarios.
Se debe suponer que, habiendo acordado ir al Sepulcro el primer día de la semana temprano en la mañana, las santas mujeres, al dispersarse el viernes por la noche a sus hogares, no tuvieron la oportunidad de encontrarse el sábado. , y tan pronto como amaneció el día siguiente, fueron al sepulcro no juntos, sino cada uno de su propia casa.
El evangelista Mateo escribe que las mujeres llegaron al sepulcro al amanecer, o, como dice el evangelista Marcos, muy temprano, al amanecer; El evangelista Juan, como si los complementara, dice que María fue tan temprano al sepulcro que aún estaba oscuro. Aparentemente, esperaba con ansias el final de la noche, pero, sin esperar el amanecer, cuando aún reinaba la oscuridad, corrió hacia donde yacía el cuerpo del Señor.
María llegó sola al sepulcro. Al ver que la piedra se alejaba de la cueva, se apresuró con miedo a donde vivían los apóstoles más cercanos a Cristo, Pedro y Juan. Al oír la extraña noticia de que el Señor había sido llevado fuera del sepulcro, ambos Apóstoles corrieron al sepulcro y, al ver el lienzo y el pañuelo doblado, quedaron atónitos. Los apóstoles se fueron y no dijeron nada a nadie, y María se paró cerca de la entrada de la cueva tenebrosa y lloró. Aquí, en este ataúd oscuro, su Señor yacía tan recientemente sin vida. Queriendo asegurarse de que el ataúd estaba realmente vacío, se acercó a él, y aquí una luz fuerte de repente brilló sobre ella.
Vio a dos ángeles con túnicas blancas, sentados uno a la cabecera y el otro a los pies, donde yacía el cuerpo de Jesús. Al escuchar la pregunta: "Mujer, ¿por qué lloras?" - respondió con las mismas palabras que acababa de decir a los Apóstoles: "Se llevaron a mi Señor, y no sé dónde lo pusieron". Dicho esto, se volvió y en ese momento vio a Jesús Resucitado de pie junto al sepulcro, pero no lo reconoció.
Le preguntó a María: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que vio al jardinero, respondió: "Señor, si lo sacó, dígame dónde lo puso, y yo lo llevaré".
Pero en ese momento, reconoció la voz del Señor, una voz que le era familiar desde el mismo día en que la sanó. Ella escuchó esta voz en aquellos días, en aquellos años, cuando, junto con otras mujeres piadosas, seguía al Señor en todas las ciudades y pueblos donde se escuchaba su sermón. Un grito de alegría brotó de su pecho: "¡Rabbouni!", que significa Maestro.
Respeto y amor, ternura y profunda reverencia, un sentido de gratitud y reconocimiento de Su superioridad como gran Maestro, todo fusionado en esta única exclamación. No pudo decir más y se arrojó a los pies de su Maestro para lavarlos con lágrimas de alegría. Pero el Señor le dijo: "No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; pero ve a mis hermanos y diles: "Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. "
Recuperó el sentido y corrió nuevamente hacia los Apóstoles para cumplir la voluntad de Aquel que la envió a predicar. De nuevo corrió a la casa, donde los Apóstoles aún estaban confundidos, y les proclamó la gozosa noticia: "¡He visto al Señor!" Fue el primer sermón sobre la Resurrección en el mundo.
Se suponía que los apóstoles predicarían el evangelio al mundo, pero ella predicó el evangelio a los mismos apóstoles...
La Sagrada Escritura no nos habla de la vida de María Magdalena después de la resurrección de Cristo, pero no cabe duda de que si en los terribles momentos de la crucifixión de Cristo ella estuvo al pie de Su Cruz con Su Purísima Madre y Juan, entonces no hay duda de que ella estuvo con ellos y todo el tiempo más cercano después de la resurrección y ascensión del Señor. Así San Lucas escribe en el libro de los Hechos de los Apóstoles que todos los Apóstoles estaban unánimes en oración y ruego con algunas mujeres y María, la Madre de Jesús, y con sus hermanos.
Cuenta la Santa Tradición que cuando los Apóstoles partieron de Jerusalén para predicar por todas partes del mundo, María Magdalena fue con ellos a predicar. La valiente mujer, cuyo corazón estaba lleno de recuerdos del Resucitado, dejó su tierra natal y fue a predicar a la Roma pagana. Y por todas partes proclamaba a la gente acerca de Cristo y de sus enseñanzas, y cuando muchos no creían que Cristo había resucitado, les repetía lo mismo que había dicho a los Apóstoles en la luminosa mañana de la Resurrección: "Vi al Señor ." Con este sermón viajó por toda Italia.
La tradición dice que en Italia, María Magdalena se apareció al emperador Tiberio (14-37) y le predicó sobre Cristo Resucitado. Según la leyenda, ella le trajo un huevo rojo como símbolo de la Resurrección, símbolo de una nueva vida con las palabras: "¡Cristo ha resucitado!" Entonces ella le dijo al emperador que en su provincia de Judea, Jesús el Galileo, un hombre santo que hizo milagros, fuerte ante Dios y todos los pueblos, fue inocentemente condenado, ejecutado por la calumnia de los sumos sacerdotes judíos y la sentencia fue aprobada por el procurador designado por Tiberio Poncio Pilato.
María repetía las palabras de los Apóstoles de que los que creen en Cristo son redimidos de una vida vana no con plata u oro corruptible, sino con la sangre preciosa de Cristo como Cordero inmaculado y puro.
Gracias a María Magdalena, la costumbre de darse unos a otros huevos de Pascua en el dia de la luz la resurrección de cristo difundido entre los cristianos de todo el mundo. En una antigua carta griega escrita a mano, escrita en pergamino, almacenada en la biblioteca del monasterio de Santa Anastasia cerca de Tesalónica (Tesalónica), hay una oración leída en el día de la Santa Pascua para la consagración de huevos y queso, que indica que el abad, repartiendo los huevos consagrados, dice a los hermanos: "Así recibimos de los santos padres, que han conservado esta costumbre desde los mismos tiempos de los apóstoles, porque la santa Igual a los Apóstoles María Magdalena fue la primera para mostrar a los creyentes un ejemplo de este gozoso sacrificio".
María Magdalena continuó su evangelización en Italia y en la misma ciudad de Roma. Evidentemente, es precisamente esto lo que tiene en mente el apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos (16,6), donde, junto a otros ascetas de la predicación del evangelio, menciona a María (Mariam), quien, como dice "ha trabajado duro para nosotros". Evidentemente, sirvieron de todo corazón a la Iglesia tanto con sus medios como con sus trabajos, estando expuestos a los peligros, y compartieron con los Apóstoles los trabajos de la predicación.
Según la tradición de la Iglesia, permaneció en Roma hasta la llegada del Apóstol Pablo allí y dos años más después de su partida de Roma tras el primer juicio de él. Desde Roma, Santa María Magdalena, ya en su vejez, se trasladó a Éfeso, donde trabajó incansablemente el santo Apóstol Juan, quien de sus palabras escribió el capítulo 20 de su Evangelio. Allí terminó la santa vida terrenal y fue sepultado.
Sus santas reliquias fueron trasladadas en el siglo IX a la capital del Imperio bizantino, Constantinopla, y depositadas en el templo del monasterio en nombre de San Lázaro. Durante la era de las Cruzadas, fueron trasladados a Italia y colocados en Roma bajo el altar de la Catedral de Letrán. Parte de las reliquias de María Magdalena se encuentra en Francia, cerca de Marsella, donde se erigió un magnífico templo sobre ellas al pie de una montaña escarpada en honor a ella.
La Iglesia Ortodoxa honra sagradamente la memoria de Santa María Magdalena, una mujer llamada por el Señor mismo de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios.
Una vez sumida en el pecado, ella, habiendo recibido la curación, sincera e irrevocablemente comenzó una vida nueva y pura y nunca dudó en este camino. María amaba al Señor, que la llamaba a una vida nueva; Ella le fue fiel no sólo cuando Él, habiendo expulsado de ella siete demonios, rodeado de gente entusiasta, pasó por las ciudades y aldeas de Palestina, ganándose la gloria de un hacedor de milagros, sino también cuando todos los discípulos lo dejaron fuera. de miedo y Él, humillado y crucificado, colgado en agonía en la Cruz. Por eso el Señor, conociendo su fidelidad, se le apareció primero, resucitado del sepulcro, y fue ella la digna de ser la primera predicadora de su Resurrección.
Magnificación de la Santa Igual a los Apóstoles María Magdalena
Te engrandecemos, / mirra, santa igual a los apóstoles María Magdalena, / y honramos tus enfermedades y trabajos, / trabajaste a tu imagen / en el evangelio de Cristo.
Oración de Santa Igual a los Apóstoles María Magdalena
¡Oh santa portadora de mirra y toda alabanza Igual a los Apóstoles de Cristo discípula María Magdalena! A ti, como si fuera más fiel y poderoso para nosotros a Dios como intercesor, pecador e indigno, ahora acudimos diligentemente y oramos en contrición de nuestros corazones.
En tu vida, experimentaste las terribles maquinaciones de los demonios, pero por la gracia de Cristo claramente los liberaste y nos liberaste de tu red de demonios con tus oraciones, pero nos sacaste de toda nuestra vida con nuestras obras, palabras y pensamientos. y pensamientos secretos de nuestros corazones, serviremos fielmente al único Santo Dios Soberano, como se le prometió a Tom Esmas.
Amaste al dulcísimo Señor Jesús más que todas las bendiciones de la tierra, y a lo largo de toda tu vida lo seguiste bien, por sus divinas enseñanzas y gracia no solo alimentas tu alma, sino que también llevas a muchas personas de las tinieblas paganas a Cristo a la luz maravillosa; entonces guiamos, te pedimos: pídenos a Cristo Dios la gracia que ilumina y santifica, sí, la eclipsamos, triunfamos en la fe y en la piedad, en los trabajos ascéticos del amor y del sacrificio, y esforcémonos perezosamente en servir a nuestro prójimo en sus necesidades espirituales y corporales, recordando el ejemplo de vuestra filantropía.
Tú, Santa María, alegremente por la gracia de Dios, has fluido tu vida en la tierra y partiste en paz a la morada del cielo, ruega a Cristo Salvador, que con tus oraciones nos hagas caminar sin vacilar en este valle de llorando y en paz y arrepentimiento, acabemos con nuestra vida, sí, y habiendo vivido en santidad en la tierra, seremos honrados con la vida eterna bienaventurada en el Cielo, y allí contigo y todos los santos juntos alabaremos a la Trinidad Indivisible, canta la Divinidad Una, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Breve vida de María Magdalena, la portadora de mirra, igual a los apóstoles
Santa Igual-noap-o-so-María Mag-da-li-na, una de las esposas-mi-ro-no-senta, se-levantó-y-fue la primera de cualquiera déjame ver la Resurrección del Señor Jesucristo. Ella nació en el lugar de Mag-da-la en Ga-li-lei. Vivir-aquellos-si Ga-li-lei de-li-cha-fueron im-media-no-stuy, ardor-to-stay of temperament and self-from-ver-feminine-no-stu. Estas cualidades se habrían unido a la santa María Magdalena. Desde su juventud, sufrió una enfermedad grave: demon-but-va-ni-em (). Antes de venir al mundo de Cristo -che-tho, anticipando tu vergüenza cercana, se levantó contra la gente con una fuerza de sw-re-sing. A través de la enfermedad de Ma-ria, Mag-yes-li-na, apareció la gloria de Dios, pero ella misma prof-re-la-ve-li-kuyu good-ro-de-tel all-tse- the lo- vaya-esperanza-de-la-voluntad de Dios y nada menos-leb-le-mi devoción al Señor en el nombre de Jesucristo. Cuando el Señor expulsó de ella siete demonios, ella, habiendo dejado todo, lo siguió.
Santa María Mag-yes-li-on-the-follow-to-va-la for Christ, junto con otros-mi-mi-on-mi, is-tse-len-us-mi Gos- en casa, manifestando un conmovedora preocupación por Él. Ella no dejó-vi-la el Señor después de tomar Su Jude-I-mi, cuando on-cha-la-ko-le-bat fe en Él cerca de shih learner-no-kov. Miedo, in-boo-div-shiy a la re-re-re-ción del apo-cien-la Pedro, en el alma de María Mag-da-li-na fue vencida por cualquier-bo-torsión. Ella se paró en la Cruz con el Pre-Santo Bo-go-ro-di-tsey y el Apóstol Juan, reviviendo Divinamente-no-go Teach-te-la y cuando-comunión-si-ir-ryu Bo -ir-ma-te-ri. Santa María Mag-sí-li-on-co-pro-líder-sí-la Pre-chi-stoy Te-lo Gos-sí-Jesucristo con re-re-no-se- nii Él a la tumba en el jardín del gran-Ved-no-go Joseph Ari-ma-fei-go, habría sido con Él en la tumba ( ; ). Sirviendo al Señor en el curso de Su vida terrenal, quiso servirle aún después de la muerte, dando lo siguiente después de honrar Su Te-lu, habiéndolo ungido, según la costumbre de ev-re-ev, paz y aroma. -ta-mi (). Cristo resucitado envió a Santa María con un mensaje de Él a los discípulos, y la bendita esposa, gozosa, exaltó la apo-sto-lam o vi-den-nom - "¡Cristo ha resucitado!" Como el primer bless-go-vest-ni-tsa Cristo-sto-va resurrección-cre-se-niya, santa María Mag-da-li-en el reconocimiento de Tser-ko-view Rav -noap-o-so- no En esta buena noticia está el acontecimiento principal de su vida, por el bien de su servicio apo-of-so-go.
Según la pre-da-ción, ella es b-go-west-in-va-la no solo en Ieru-sa-li-me. Santa María Mag-da-li-na de-gran-vi-las a Roma y vi-de-la im-pe-ra-to-ra Ti-ve-ria (14-37). Desde-el-nombre-de-su-cien-a-ser-di-em im-pe-ra-tor escuchaste a Santa María, alguien-paraíso le habló-por-la vida, los milagros y las enseñanzas de Cristo, acerca de Su injusta condenación de Jude-I-mi, acerca de ma-lo-du-shii Pi-la-ta. Luego le trajo un huevo rojo con las palabras "¡Cristo ha resucitado!" Con este paso-com-com de Santa María Mag-da-li-estamos conectados-zy-va-yut pas-chal-ny té personalizado para darnos huevos rojos (yay -tso, un símbolo del so -in-stven-noy life, you-ra-zha-et fe en la próxima Resurrección general).
Para ello, Santa María de-la-grande-se fue a Éfeso (Asia Menor). Aquí ella está en el mo-ga-la del santo apo-sto-lu y el evan-ge-li-stu Juan-pozo de Dios-palabra-vu en su pro-po-ve-di. Aquí ella, según la pre-da-ción de la Iglesia, vuelve a estar y estaba-la-gre-be-on. En el siglo IX, bajo im-pe-ra-to-re Leo VI Philo-so-fe (886-912), las reliquias incorruptibles de St. -re-not-se-ny de Éfeso a Kon-stan-ti -no-pol. Ellos-la-ha-yut que durante los pasos de peatones habrían sido llevados a Roma, donde estaban en el templo en el nombre de San Juan-en-la-te-ran-sko-go. Pa-pa Roman-sky Go-no-riy III (1216-1227) consagró este templo en nombre de San Rav-noap-o-Santa María Mag-da-li-na. Parte de sus reliquias se encuentran en Francia, en Pro-va-same cerca de Mar-se-la, donde también se erigió un templo, un santo sagrado que María Mag-da-line. Partes de las reliquias sagradas de equal-noap-o-so-so-Ma-rii Mag-yes-li-na están almacenadas en varios mo-nas-stories de Holy Go -ry Athos y en Ieru-sa-li-me . Muchos números de pa-lo-ni-ki de la Iglesia Rusa, en-se-scha-th-aquellos de estos lugares sagrados, b-go-go-vey-pero -clo-nya-yut-sya a su santo reliquias
Vida plena de María Magdalena, portadora de mirra, igual a los apóstoles
En el lago be-re-gu Ge-ni-sa-ret-sko-go-ra entre las carreras city-ro-da-mi Ka-per-on-at-mom y Ti-ve-ri-a-doy -po-la-gall-shoy pequeña ciudad Mag-yes-la, los restos de alguien-ro-go han sobrevivido hasta nuestros días. Ahora, en su lugar, solo hay un pequeño asentamiento Med-zhdel.
En Mag-da-le, érase una vez, una mujer nació y creció, el nombre de alguien enjambre on-ve-ki entró en el evangelio to-ryu. El evangelio-mentira no nos dice nada sobre los años jóvenes de María, pero Pre-da-ción informa que María de Mag-da -ly sería-la mo-lo-sí, hermosa-si-va y llevó una vida pecaminosa . En el evangelio dice que el Señor expulsó siete demonios de María. Del mo-men-ta es-tse-le-niya Ma-ria a-cha-la una nueva vida. Se convirtió en una fiel maestra de Spa-si-te-la.
El evangelio-ge-lie po-vest-voo-et que Ma-ria Mag-da-li-on-the-follow-to-va-la para el Señor-en-la-casa, cuando Él está con el apo -cien-la-mi recorrió las ciudades y aldeas de Judea y Ga-li-lei con el pro-ve-dyu del Reino de Dios. Junto con b-go-che-sti-you-mi women-schi-na-mi - John-noy, la esposa de Khu-za (do-mo-great-vi-te-la Iro-do-va) , Su-san-noy y otros, ella lo sirvió en nombre de los suyos () y, sin duda, pero, una vez-de-la-la con apo-sto-la - mi-bla-go-west-no- che-works, especialmente ben-no-sti entre las mujeres. Obviamente, ella, junto con otras esposas-schi-na-mi, se refiere a la evan-ge-list Lu-ka, diciendo-diciendo que en mo -mento de la procesión de Cristo en Gol-go-fu, cuando, después de bi -che-va-niya, Él cargó una pesada Cruz sobre Sí mismo, por no poder pasar con fuerza debajo de ella, las mujeres Lo siguieron, llorando y sollozando, y Él las consoló. Evangelion-ge-lie in-west-woo-et that Ma-ria Mag-da-li-on-ho-di-las and on Gol-go-fe at the moment of the cross-quint of the Lord -Sí. Cuando todos los estudiantes Spa-si-te-la raz-be-zha-mintieron, ella no tuvo miedo, pero permaneció en el Kre-hundred junto con Bo-go-ro-di -tsey y apo-sto-crowbar John-nome .
Evan-ge-li-sty pe-re-number-la-yut entre cien-yav-shih en Kre-sta es también la madre del apóstol Ia-ko-va el Menor, y Sa-lo-miyu, y otros mujeres que siguieron la casa del Señor desde mi propia Ga-li-lei, pero todos llaman a la primera María Mag-sí-li-bien, y el apóstol Juan, excepto Bo-go-ma-te-ri, la menciona solo a ella y María Cleo-on-woo. Este go-vo-rit sobre lo mucho que eras tú-de-la-ella de entre todas las mujeres que rodeaban a Spa-si-te-la.
Habría creído en Él no sólo en los días de Su gloria, sino también en el momento de Su extrema humillación y ru-ga-nia. Ella, como dice la evan-ge-sábana de Mateo, está presente-va-la y en la presencia del Señor-en-sí. Frente a sus ojos, Joseph con Ni-ko-di-mom llevó Su cuerpo sin aliento a la tumba. Frente a sus ojos, están detrás de la entrada a la cueva con una gran piedra, por donde se ha ido el Sol de la vida...
Fiel por-a-bien, en algun-ron seria-la re-pi-ta-na, Maria junto con otras esposas-en-mi pre-be-la todo el dia siguiente en paz, que grande era la día de ese sub-bo-te, co-pa-dar ese año con la fiesta de pascua. Pero aún así, antes del on-step-le-ni-day del día, las mujeres tuvieron tiempo de pa-sti aro-ma-you, para que el primer día de la semana vengan a las carreras -sve-te al mo-gi-le del Señor-sí y Teach-te-la y, según la costumbre de los judíos, untar Su cuerpo en un gre-bal-na-mi aro-ma-ta-mi.
Nosotros-hacemos-la-gat eso, habiendo acordado ir el primer día de la semana a Gro-bu ra-pero en la mañana, santas mujeres, dispersen el viernes por la noche, según sus madres, ¿no es así? tuvieron la oportunidad de encontrarse el día sábado, y cómo sólo más allá de la brisa vivía la luz del día siguiente, fueron al ataúd no juntos, sino cada uno desde su propia casa.
Evan-ge-list Mat-fey escribe que las mujeres-schi-nosotros llegamos al ataúd al amanecer, o, como you-ra-m-e-evan-ge-list Mark, all-ma ra-but, al amanecer del sol; El evangelista Juan, como si los completara, dice que María fue tan temprano al sepulcro que todavía estaba oscuro. Vi-di-mo, ella esperó con no-pe-no-it por windows-cha-niya no-chi, pero, sin esperar el amanecer, cuando todavía había alrededor de ri-la oscuridad, in-be-zha- la allí-sí, donde le-zha-lo cuerpo-lo Señor-en-sí.
Entonces, María vino sola a la tumba. Al ver a los ka-men de-va-len-nym desde la cueva, tiene miedo y prisa-shi-la allí, donde hacen la apo-sto-lia más cercana de Cristo: Pedro y Juan. Al oír la extraña noticia de que el Señor lo había sacado del ataúd, ambos apo-sto-la in-be-zha-si al ataúd y, habiendo visto a la virgen nos y las tablas torcidas, Iz-mi-lis. El apo-sto-ly se fue y no le dijo nada a nadie, y Mary cien-I-la sobre la entrada a la cueva tenebrosa y el pla-ka-la. Aquí, en este ataúd oscuro, tan recientemente, sin-dy-khan-nym, yacía su Señor. Deseando asegurarse de que el ataúd estaba realmente vacío, se acercó a él, y aquí una luz fuerte salió de la parte de atrás pero la rezumaba. Vio a de la dos An-ge-lovs con túnicas blancas-i-ni-yah, sentados uno a la cabeza y el otro a los pies, donde sea -lo in-lo-mismo-pero te-lo Jesús-co- Vo. Al escuchar la pregunta: "Mujeres, ¿por qué lloran?" - ella de-ve-ti-la esas mismas palabras-va-mi, algún-centeno acaba de decir-por-la apo-cien-lames: "El Señor se llevó el e-th, y no sé dónde está en el lo-li-li-it. Dicho esto, se volvió y en ese momento vio a de la Jesús de la Resurrección, el centésimo ojo del ataúd, pero no lo reconoció.
Le preguntó a María: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" Ella, pensando que ve sadov-ni-ka, de-ve-cha-la: "Sr-po-din, si lo llevaste, dime dónde estás, lo-vivieron, y lo llevaré".
Pero en ese momento ella reconoció la voz del Señor, sí, la voz, alguien conocía desde ese mismo día, cómo la sanó. Ella escuchó esta voz en aquellos días, en aquellos años, cuando, junto con otros, b-go-che-sti-you-mi-women-on-mi ho-di-la para la casa del Señor en todas las ciudades y pueblos. , donde una vez-sí-wa-fue Su pro-po-porque. Un grito de alegría brotó de su pecho: “¡Rav-wu-ni!”, que significa “Maestro”.
Respeto y amor, ternura y lectura profunda, un sentido de reconocimiento y reconocimiento de Su exaltación stva como un ve-li-ko-go Teach-te-la: todo se fusionó en esta única respiración. No pudo decir nada más y corrió a los pies de su Maestra para lavarlos con lágrimas de ra-to-sti. Pero el Señor le dijo: “No vengas a Mí, que aún no he subido a Mi Padre; sino ve a Mis hermanos y diles vivos: “Subid al Padre Mo-e-mu y al Padre va- she-mu y a Dios Mo-e-mu y Dios va-she-mu".
Regresó a sí misma y nuevamente, en un be-zha-la, a los apo-cien-lamas, para usar un hilo completo de En-gloria-ella-va a pro-en-después de todo. De nuevo corrió a la casa, donde aún estaría en confusión de los Apóstoles, y les traería la buena noticia: "¡Vi-de-la Gos-po-da!" Esta sería la primera en el mundo sobre la Resurrección.
Apo-sto-ly deberíamos-si b-ir-al-oeste-en-va-vat mi-ru, y ella es b-ir-al-oeste-en-va-la sa-mim apo-cien-lam...
Santa Pi-sa-nie no nos habla de la vida de María Mag-da-li-na según la Resurrección de Cristo, pero podemos pero no dudo que si, en el terrible mi-bien-tú, la crucifixión de Cristo, ella estaría al pie de Su Cruz con Su Pre-chi - Estoy de pie Ma-ter-ryu y John-n, entonces no es dudoso que ella sería-wa-la con ellos y todo el tiempo cerca del cuello en Sunday-senii y voz-not-se-nii Lord-on-yes. Entonces, St. Lu-ka en el libro De-i-niy of the apo-tan-tan-sky escribe que todos los apóstoles son uno-pero-alma-pero pre-sería-si en mo- lit-ve y mo-le-ni con some-ry-mi-on-mi y Ma-ri-her, Ma-teryu Jesus-sa, y con Sus hermanos.
Sagrado Pre-dado-vest-vo-et que cuando los apóstoles-sto-ly se dispersaron de Ieru-sa-li-ma a pro-po-porque a todos los confines de mi-ra, entonces junto con ellos fueron a pro-po -después de todo, y Ma-ria Mag-da-li-na. De-una mujer importante, el corazón de alguien sería medio-pero re-en-mi-na-ny sobre la Resurrección, dejar-vi-la tierra natal y de-gran-fue con pro-ve-dyu a pagano Y en todas partes ella proclamado a la gente acerca de Cristo y su enseñanza, y donde muchos no creen que Cristo ha resucitado, ella les repite lo mismo que dijo en la mañana luminosa de la Resurrección del apo-cien-lam: "Soy vi -de-la Gos-po-da". Con este pro-po-ve-due, recorrió toda Italia.
Go-vo-rit dado de antemano que en Italia, María Mag-da-li-na se les apareció-pe-ra-to-ru Ti-ve-riy (14-37) y b-go-west-in- va-la a él acerca de Cristo la Resurrección. Según pre-sí, ella le llevó un huevo rojo como símbolo de la Resurrección, símbolo de una nueva vida, con las palabras: "¡Cristo ha resucitado!". Entonces ella les dijo-pe-ra-to-ru que en su provincia de Judea Jesús estaba libre de culpa pero condenado-den Ga-li-le-i-nin, un hombre santo, que hizo un milagro, fuerte ante Dios y todas las personas, ejecutadas de acuerdo con las traducciones judías -puppy-ni-kov, y el ladrón de órdenes aprobó el significativo Ti-ve-ri-em pro-ku-ra-tor Pontius Pi-lat.
Ma-ria in-ri-la las palabras del apo-sto-captan que uve-ro-vav-shie en Cristo es-kup-le-na de su-et-noy la vida no es plata ni oro corruptible, sino el sangre preciosa de Cristo como Cordero puro y puro.
Bless-go-da-rya Mary Mag-da-line personalizado-té entreguen huevos pass-chal-nye el día de la raza Light-lo-go de Christ-hundred-va Resurrection-kre-se -niya -pro-stra-nil-sya entre hri-sti-a-na-mi de todo el mundo. En una antigua boca griega escrita en ru-ko, on-pi-san-nom en per-ga-men-te, almacenada en el bib-lio -te-ke mo-na-sta-rya de Santa Ana-sta -siy cerca de Fes-sa-lo-nik (So-lu-nya), in-me-sche-on mo-lit-va, chi- ta-e-may en el día de Holy Pas-hi para la consagración de huevos y queso, en una especie de decreto-zy-va-et-sya que igu-man, una vez-sí- vaya huevos consagrados, dicen los hermanos: “Así que recibimos de los santos padres, algunos-ry save-no- si esto es costumbre pero-ve-nie desde los tiempos más apo-stol-sky, para el santo igual-noap-o-so-so-Ma-ria Mag-yes-li-on the first-way-for la ve -ru-yu-shchim ejemplo de este ra-dost-no-go-sacrifice-in-at-no-she-niya".
Ma-ria Mag-da-li-na pro-du-la-la tu bendición en Italia y en la misma ciudad de Roma. Evidentemente, es precisamente a ella a quien se refiere el apo-table Pa-vel en su Epístola a Roma-la-us (), donde, junto a pro-chi- mi en-movimiento-no-ka-mi pro-ve-di Evangélico gel-upo-mi-on-et Mary (Ma-ri-am), alguien-paraíso, cómo you-ra-zha-et-sya, "mucho trabajo para nosotros". Obviamente, ellos sin-para-veter-pero sirven a la Iglesia y a sus propios medios, y sus propios trabajos, bajo-ver-ga-essing peligros, y una vez-de-la-la con apo-cien-la-mi labores de pro-hierba-nada.
Según la iglesia-a-la misma pre-da-ción, ella sería-la en Roma hasta la llegada del apo-cien-la Pavel y dos años más después de su salida de Ri-ma tras el primer juicio sobre él. Desde Roma, Santa María Mag-da-li-na, ya en una edad avanzada, se trasladó a Éfeso, donde trabajó incansablemente aquel apóstol Juan, quien, con sus palabras, escribió el capítulo 20 de su evangelio. Allí, for-con-chi-la, santa vida terrenal y would-la-gre-be-on.
Sus reliquias sagradas habrían estado en el siglo IX pe-re-not-se-ny en los cien-li-tsu del V-Zan-Tiy im-pe-rii - Kon-stan-ti-no -pol y, de la misma manera, en el templo mo-on-stay-rya en nombre de St. La-za-rya. En la época-hu-de-christian-moves-dov-dov-sería-si-no-se-ny a Italia y de la misma manera en Roma bajo al-ta-rem La -te-ran-so -so-bo-ra. Parte de las reliquias de María Mag-da-li-na está en-ho-dit-sya en Francia cerca de Mar-se-la, donde arriba de ellas al pie de la empinada montaña -dvig-nut en honor a su gran- templo de estuco.
La Iglesia justamente en gloria honra la memoria de Santa María Mag-da-li-na - mujer, llamada S-mim Gos-house de la oscuridad a la luz y del poder de Sa-ta-ny a Dios.
Ver también: "" en from-lo-same-nii svt. Di-mit-ria Rostov-sko-go.
Oraciones
Tropario de María Magdalena, portadora de mirra, igual a los apóstoles
Seguiste a Cristo, nacido de la Virgen por nosotros, / honrada Magdalena María, / guardas esa justificación y leyes.
Traducción: Porque Cristo, nacido de la Virgen por nosotros, venerable María Magdalena, seguisteis, observando sus mandamientos y leyes. Por eso, en este día, celebrando tu santísima memoria, recibimos el perdón de los pecados a través de tus oraciones.
Tropario de la semana de las mujeres portadoras de mirra
Un ángel se apareció a las mujeres en el sepulcro, clamando: / El mundo es digno de los muertos / Cristo, sin embargo, es ajeno a la corrupción. / Pero clama: el Señor ha resucitado, / / dad al mundo gran misericordia .
Traducción: apareciendo en la tumba, el ángel exclamó: “es propio de los muertos, pero Cristo apareció no sujeto a; más bien clama: ¡El Señor ha resucitado, dando al mundo una gran misericordia!”
Kontakion de María Magdalena, portadora de mirra, igual a los apóstoles
Viniendo, glorioso, a la Cruz del Salvador con muchos otros, / y la Madre del Señor es compasiva, y las lágrimas se agudizan, / esto en alabanza traes diciendo: / ¿qué es este extraño milagro? / Contener toda la creación, sufrir si te place.//Gloria a Tu poder.
Traducción: De pie, gloriosa, junto a la Cruz del Salvador con muchas otras esposas, y compasiva de la Madre del Señor, y derramando lágrimas, la llevó en alabanza y exclamó: “¿Qué es este milagro extraordinario? Toda la Creación se complació en sufrir. ¡Gloria a tu poder!”
Kontakion de la semana de las mujeres portadoras de mirra
Has mandado a las mirradoras que se regocijen, / has apagado el llanto de la antemadre Eva / con tu resurrección, oh Cristo Dios, / has mandado predicar a tu apóstol // Salvador ha resucitado del sepulcro.
Traducción: “Alégrate”, habiendo exclamado a las mirradoras, Tú detuviste el clamor de Eva con Tu resurrección, Cristo Dios; pero ordenó a los tuyos proclamar: “¡El Salvador ha resucitado de la tumba!”
Magnificación de María Magdalena, portadora de mirra, igual a los apóstoles
Te engrandecemos, / santa portadora de mirra Igual a los Apóstoles María Magdalena, / y honramos tus enfermedades y trabajos, / en la imagen que trabajaste / en el evangelio de Cristo.
Oración de María Magdalena, portadora de mirra, igual a los apóstoles
¡Oh, santa portadora de mirra y toda alabanza Igual a los Apóstoles María Magdalena, discípula de Cristo! A ti, como un intercesor más fiel y poderoso para nosotros ante Dios, pecadores e indignos, ahora corremos celosamente y oramos en contrición de nuestros corazones. Has experimentado la terrible cabra de Euzovsky, pero los agradecidos de Cristo son claramente aquellos que se liberaron, y tus oraciones de la red Beskyskaya se deshacen de las oraciones, pero serán eliminadas de nuestro negocio, en palabras, pensamientos y secretos. los corazones de nuestros corazones, permiten correctamente como se nos prometió a Tom. Has amado al dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones terrenales, y a lo largo de toda tu vida lo has seguido bien, por sus divinas enseñanzas y gracia no solo alimentas tu alma, sino que también llevas a muchas personas de las tinieblas paganas a Cristo la luz maravillosa. ; Eso es conducir, te pedimos que pidas a Dios gracia a los iluminados y santificadores, sí, voy a triunfar en la fe y la piedad, en el apoyo de Lucas y en la autodemolición, y acomodarme últimamente para servir a los más cercanos en sus necesidades de espiritualidad y corporalmente, memorialmente. Tú, Santa María, que comenzaste a agradecer a Dios, atravesaste las vidas en la tierra y en paz llegaste a la morada de los celestiales, las polillas de Cristo Salvador, y tus oraciones nos impulsarán incomprensiblemente a la pérdida de nuestro Yudoli y en el mundo y el arrepentimiento de nuestro vientre, sí tako y habiendo vivido en santidad en la tierra, seremos bendecidos con la vida eterna en el Cielo, y allí contigo y todos los santos juntos alabaremos a la Trinidad Inseparable, cantemos a la Divinidad Única , el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Otra oración a María Magdalena, portadora de mirra, igual a los apóstoles
¡Oh, santa portadora de mirra, Igual-a-los-Apóstoles Magdalena María! Tú, con tu calor de amor a Cristo Dios, pisoteaste las malvadas maquinaciones del enemigo y encontraste las invaluables cuentas de Cristo, y alcanzaste el Reino de los Cielos. Por eso me postro ante ti y con el alma contrita y el corazón contrito clamo a ti, soy indigno: mírame desde lo alto del cielo, luchando con tentaciones pecaminosas, mira cuántos pecados y problemas cada día. el enemigo me patea, busca mi muerte. ¡Glorioso y alabado discípulo de Cristo María! La mente del amado a vosotros y os amo Cristo de Dios, pero os doy a la restauración de muchos de mis límites, fortalecerá la gracia con su sentido hablando de los santos Suyos y sí, y pretende sobre el espíritu del Espíritu del Espíritu Santo, sí en el mundo en el mundo moraré en las moradas luminosas y dichosas del Paraíso Celestial, donde tú y todos los santos glorificaréis con gozo a la Trinidad Unica Esencial, el Padre y el Hijo y el Omnipotente. Espíritu Santo. Amén.
Canónigos y Acatistas
Canon de Igual a los Apóstoles María Magdalena
canto 1
Irmos: Habiendo pasado por las aguas, como si fuera tierra seca, y habiendo escapado del mal de Egipto, el israelita clamó: Bebamos al Redentor y a nuestro Dios.
Divina se adorna con bondades y brilla la luz resplandeciente Divina, ennegreció mi corazón con tus oraciones, María, ilumina.
Santifica la Palabra del Padre, librando de los espíritus de malicia en realidad, Él fue un antiguo discípulo, los dones del Espíritu Santo fueron llenos de ti.
Lleno de aguas vivificantes de una fuente poco envidiable, por la misericordia del Señor que apareció en la tierra, secaste las corrientes del pecado fangoso.
Bogotá: Madre por la naturaleza del Sodetel, te cantamos, Otrokovitsa, que reconciliaste con Dios la naturaleza humana caída, la Theotokos de la Señora Inmaculada.
Canto 3
Irmos: El círculo celestial del Hacedor Superior, Señor, y la Iglesia del Constructor, Tú me confirmas en Tu amor, el filo de los deseos, declaración verdadera, una Humanidad.
Habiendo amado primero al buen Culpable, que bondadosamente deificó nuestra naturaleza, lo seguiste celosamente, María, obedeciendo el mandato divino.
Sollozando, llegaste a la tumba de Izbaviteleva, habiendo visto por primera vez a la Divina, doncella, resurrección. El mismo evangelista se os apareció gritando: Cristo ha resucitado, batid palmas.
Bogotá: El Verbo encarnado, Purísimo, sálvame de Tu sangre pura, resolviendo la condenación de la primera caída con la riqueza del bien, ruega sin cesar para salvar a Tu rebaño.
Sedalen, tono 8
Con mucha misericordia al Verbo empobrecido, María Magdalena, verdaderamente serviste como discípula, viéndolo a Él, fuiste levantada en la Cruz y puesta en el sepulcro, sollozaste, derrumbándote. Del mismo modo, te honramos y celebramos la tuya por la fe, glorioso portador de mirra, ora a Cristo Dios de los pecados, dejando tributo a los que honran con amor tu santa memoria.
Canto 4
Irmos: Escucha, oh Señor, los misterios de tu vista, comprende tus obras y glorifica tu divinidad.
Sin vergüenza de las posesiones de la vanidad mundana, el pensamiento ha servido al que vino a salvar al mundo entero de la adulación.
Lavándote con lágrimas, habiendo llegado al sepulcro vivificante, viste al Ángel, anunciando a Cristo, María, la resurrección.
Tu corazón estaba inmaculado en las justificaciones de Cristo, y sólo a Él deseabas, Rojo de bondad, glorioso.
Bogotá: Por el sueño de la pereza, soy un sueño pecaminoso, Otrokovitsa, comprende, con Tu oración vigorizante levántame al arrepentimiento.
Canto 5
Irmos: Me has arrojado lejos de Tu presencia, oh Luz imparable, y una oscuridad ajena me ha cubierto, ¿maldito? Pero vuélveme y dirige mi camino a la luz de Tus mandamientos, te lo ruego.
Prababa, quien engañó estas palabras y expulsó del paraíso a las esposas puras pisoteadas que vieron en la antigüedad, que adquirieron una disposición masculina, se regocija con ellas para siempre.
Muertos y en el sepulcro de los Cerrados, dando vida a todos, heridos de amor, la dulzura de su amor trae paz, Magdalena, María honesta, y derrama llorosos aromas.
Según la pasión de lo Divino, según la terrible Ascensión del Salvador, pase, la palabra está por todas partes proclamando honesta y atrapando a muchos que se dejan seducir por la ignorancia, como un glorioso estudiante de la Palabra.
Bogotá: Líbrame, que he caído en casos pecaminosos de múltiples tejidos, Incluso de Ti, benevolente por misericordia inconmensurable, la Santísima Doncella, Le suplicó por todo daño, sea entregado por la fe a aquellos que Te cantan.
canto 6
Irmos: Límpiame, oh Salvador, de muchas de mis iniquidades, y del fondo de los males levántate, te ruego, te clamo, y escúchame, oh Dios de mi salvación.
El verbo de tus riegos y dolores fue quitado de los discípulos, honestos, como si clamaras: Cristo ha resucitado, el vientre se ha descubierto, el sol se ha aclarado.
Este es tu recuerdo luminoso de la ascensión, iluminando a los fieles, cantándote en ella, y ahuyentando las tinieblas de los astutos demonios de la tentación, digna.
Bogotá: El sacerdocio es una purgación mental e inviolable, un sacerdote que ve la luz te apareció y condujo el puente a Dios, confesándote a Ti, la Madre de Dios, la Inmaculada.
Kontakion, tono 3
Viniendo, gloriosa, a la Cruz del Salvador con muchos otros, y la Madre del Señor se compadece, y derrama lágrimas, ofreciendo esto en alabanza, diciendo: ¿Qué es este extraño milagro? Haz sufrir a toda la criatura si quieres. Gloria a tu estado.
Ikos
Señor Cristo y Rey de la creación, no dejes el Cielo, desciende, como si quisieras, y la carne perecedera se percibe por la voluntad. Viéndolo a él, la Madre Inmaculada, clavada en la Cruz, con vírgenes honorables viniendo y María Magdalena, llorando. Ese bo, que existe allí y muestra la fe más cálida que jamás haya existido, sigue a Cristo y la tumba es en vano, esperando y llorando: Tú sufriste, gloria a tu poder.
Canto 7
Irmos: Los jóvenes de los judíos audazmente pidieron la llama en la cueva y prendieron fuego sobre el rocío, gritando: bendito seas, Señor Dios, por los siglos.
Tú has ahuyentado varias dolencias, el que te apresuró la Palabra de las posesiones, Tú estás ahora delante de Él, clamando, portador de mirra: bendito seas, Señor Dios, por los siglos.
Tú sola viste ante Ineh, el vientre de nuestro Cristo resucitó, pero el jardinero no lo animó, clamando: Bendito seas, Señor Dios, por los siglos.
Bogotá: Tú has marcado el curso de la muerte, como si hubieras concebido y dado a luz al Dios Inmortal, Puro, Todos le cantamos: bendito seas, Señor Dios, por los siglos.
Canto 8
Irmos: El horno séptuple del torturador caldeo fue ferozmente encendido por los piadosos, pero por el mejor poder se salvaron, viendo esto, clamando al Creador y Redentor: jóvenes, bendecid, sacerdotes, cantad, pueblo, exaltad por todos los siglos.
Aparece levemente tu vida, las auroras de la oblista, ¡oh Magdalino! Obras virtuosas, predicación divina, un erizo al llamado de Dios, y rayos incluso al Creador del amor, Él canta con los Ángeles: sacerdotes, canten, pueblo, exáltenlo para siempre.
Estabas de pie junto a la Cruz, viendo a los injustos, gloriosos, derramando la matanza sobre ti por inefable misericordia, y, gimiendo y derramando lágrimas, ¡qué cosa tan extraña!, gritaste, María, ¿un milagro? ¿Cómo se mortifica y muere la muerte mortificante, la Vida por naturaleza?
Bogotá: Yako Madre de Dios Te glorificamos unánimemente a ti y a la criatura superior, Pura, sobre Ti, más condenación, erizo de Adán, consumido y apóstata, apropiándose de los seres humanos, cantando: Sacerdotes, bendecid pueblo, exaltadlo por siempre.
Canto 9
Irmos: El cielo se horrorizó por esto, y los confines de la tierra se sorprendieron, como si Dios se hubiera aparecido como un hombre carnal y Tu vientre fuera el más espacioso del Cielo. Esos son tú, la Madre de Dios, los Ángeles y el hombre de oficio son llamados.
Tú eres ahora transformada al gozo Divino, a la celestial amplitud del espacio, a la morada mental y pacificísima, donde el rango venerable, donde hay una voz de luz pura celebrando, María la portadora de Dios. Te complacemos de todos modos.
Nada preferiste a los que están en la tierra más que el amor de Cristo Dios, pero El único es consumido por la bondad y directamente, todo honroso, envió rayos, a Sus pies, clamaste, siguiendo: Te magnifico, Muchos -Misericordioso.
Habiendo recibido la idolatría de la deificación, y habiendo bebido el manantial de la gracia, y aceptando las recompensas de las enfermedades, Dios-originalmente, y contable por el rango apostólico, Magdalena, estudiosa de la Palabra, conserva el amor de aquellos que te honran con tus oraciones .
Bogotá: Como Mati, que sufrió por nosotros, líbrame de las pasiones del alma; como Misericordioso, resuelve los pecados de mi cautivo; como Bien, por favor mi alma ahora amargada tentación demoníaca, Virgen Madre de Dios, déjame cantarte, la que todo canta.
Svetilen
El sol poniente, doncella, que brilló del Padre antes de los siglos, selló la hueste judía en el sepulcro, pero tú viste primero al resucitado, María, y te anunciaste como discípulo.
Akathist a Santa Igual a los Apóstoles María Magdalena
Kondak 1
Preparada por el Señor para el servicio Igual a los Apóstoles, os siguió Santa María Magdalena, Cristo amado: con los mismos cánticos os alabamos con amor; pero tú, como si tuvieras confianza en la grandeza del Señor, líbranos de todos los problemas con tus oraciones, pero con alegría te llamaremos:
icos 1
El Creador de los ángeles y Señor de los ejércitos, previendo tu buena voluntad, santa mirra, escogiéndote de la ciudad de Magdala, liberándote de las redes del diablo; todavía eres un siervo fiel del Señor que se te apareció, celoso de la glorificación de su vida y ministerio. Pero nosotros, maravillados de tal consideración de Dios hacia vosotros, con ternura de corazón os llamamos:
Alegraos, llamados del Hijo de Dios de las tinieblas del diablo a su luz admirable; Alégrate, tú que eres puro en cuerpo y espíritu hasta el final.
Alegraos, habiendo conservado hasta el fin la pobreza espiritual con pureza de corazón; Alegraos, ante todo de ver a Cristo resucitado, que era digno de ver.
Alégrate, tú que conquistaste el poder del enemigo; Regocíjate, brillando con fe fuerte y cálido amor por Cristo Dios.
Alégrate por haber amado a Cristo Salvador con todo tu corazón; Alégrate, sirviendo fielmente a Tom hasta la muerte.
Alégrate, benditamente renovada en tu alma; Alégrate, tú que guardaste la predicación del Evangelio en el tesoro de tu corazón.
Alégrate, tú que proclamaste el sermón de la resurrección por el apóstol; Alégrate, venerable conversación angelical.
Alégrate, santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amaste al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 2
Al ver a Santa María librada de siete feroces demonios, con todo su corazón unido al vencedor del infierno, Cristo Dios, todos los hombres enseñan no sólo con los labios, sino también sirven a Dios con toda su vida, clamando a Él: Aleluya.
Icos 2
La mente humana está perpleja, pensando de qué desgracia a la altura de una vida angelical, por la gracia de Cristo, has ascendido, gloriosa María Magdalena. Del mismo modo, nosotros, el buen representante de la propiedad, te rogamos de corazón: líbranos del abismo del pecado, pero con amor te clamamos así:
Regocíjate, habiendo escapado de la feroz esclavitud demoníaca; Alégrate, tú que expusiste la adulación de los astutos demonios.
Alegraos, habiendo enseñado a todos a correr a Cristo Dios en la adversidad del enemigo; Alégrate, no induciendo a nadie a la desesperación en el gran dolor pecaminoso.
Alégrate, porque mostraste el camino de la santidad a todos los pecadores; Alegraos por haber conocido el poder omnipotente de la gracia de Cristo.
Alégrate, buen mentor digno de acción de gracias a Dios; Alégrate, fiel maestro de la verdadera blasfemia.
Alégrate, en tu vida nos mostraste el camino correcto de la corriente terrenal; Alégrate, buen intercesor de todos los pecadores ante Dios.
Alégrate, defensor de nuestras almas de la adulación satánica; Alégrate, en cada dolor nuestro intercesor caliente a Cristo.
Alégrate, santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amaste al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 3
Por el poder de la gracia divina, y por tu buena voluntad, sin dolor, dejaste la casa de tu padre, como Abraham en la antigüedad, y seguiste con alegría a Cristo Dios; lo mismo te rogamos, discípula de Cristo, gloriosa María, con tus oraciones y nuestros corazones ilumine de amor a Dios, y aun ahora clamamos a Él: Aleluya.
icos 3
Teniendo el poder que te ha dado la sabiduría, valientemente te rechazaste, María Magdalena, la roja de este mundo, y como buena alumna serviste verdaderamente a la Palabra que empobrecía por nosotros con mucha misericordia. Por eso te clamamos con ternura:
Alégrate, buen discípulo de Cristo; Alégrate, maestro del verdadero amor a Dios.
Alégrate, habiendo conocido bien la vanidad de este mundo; Alégrate, rechazando valientemente sus alegrías.
Alégrate, rojo del mundo que nada ha imputado; Alégrate, tú que mostraste el buen camino de la vida a la orden monástica.
Alégrate, guía de todos hacia Cristo Dios; Alégrate, porque las obras de misericordia de la casa de la tierra salieron.
Alégrate de haber encontrado la misericordia de Cristo aquí y en el Cielo; regocíjate, porque has alcanzado la bienaventuranza eterna.
Alégrate, corderito sabio, que corriste de los lobos malos al buen pastor Cristo; Alégrate, tú que entraste en el patio de Sus ovejas verbales.
Alégrate, santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amaste al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 4
Una tempestad de rabia demoníaca con gran poder se precipita al templo de tu alma, Santa María, pero no puedes sacudirla hasta el final: encontraste la salvación en la fe firme de las piedras de Cristo, en ella tú, mujer sabia, de pie inmóvil , enseñen a todos al Dios bueno a cantar la canción: Aleluya .
icos 4
Al escuchar, Diosa sabia María, como si en el seguimiento de Cristo encontraras la verdadera alegría del corazón, la verdad, la paz y el gozo en el Espíritu Santo, nos esforzamos y nos mostramos en el rostro de partícipes de este Reino de Dios. Pero para ti, como partícipe de ese ser y mostrándonos el camino hacia él, todo el rostro es así:
Alégrate, tú que amaste la dulzura celestial de Jesús; Regocíjate, habiendo encontrado la verdadera vida en Cristo.
Alégrate, tú que nos mostraste fielmente la imagen; Alégrate, viviendo ahora para siempre en el gozo del cielo.
Alégrate, comedor de la comida celestial; Alégrate, encendiendo el fuego del amor a Dios en tu corazón.
Alégrate, Cristo Dios, como siervo fiel a Él, amado; Alégrate, libro de oración diligente para nosotros a Dios.
Alégrate, ayudante en nuestras tribulaciones; Alégrate, nuestro buen y manso maestro.
Alégrate, santa morada del Espíritu Santo.
Alégrate, santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amaste al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 5
La estrella divina, acompañando a Cristo, María gloriosa, en medio de las mujeres portadoras de mirra te apareciste. Con ellos ahora sacaré lo que viene Santísima Trinidad, y únenos con tus oraciones a ese sagrado rostro, ilumina con tu luz el camino oscuro de nuestra vida, y con alegría clama a Dios: Aleluya.
icos 5
Al ver, Santa María, colgar a Cristo Dios en la cruz, demostraste un coraje maravilloso: salen muchos más del discípulo de tu Maestro; pero tú, por las incesantes enseñanzas divinas de Él, encendiste el alma y el pensamiento, la enfermedad de la naturaleza femenina te venció, y así participaste de la pasión salvadora de Cristo. Por este motivo, nosotros, tu valiente coraje a la vista, te clamamos:
Alégrate, hermosura y abono de las sabias; Alégrate, buena alegría para todos los cristianos.
Alégrate, Cristo Dios, colgado en la cruz, compasivo; Alégrate, amor inquebrantable por Tom, quien nos mostró el camino.
Alégrate, tú que a través de tu amor en intercesión por nosotros ante Dios ganaste audacia; Alégrate, bondad y alabanza a las mujeres.
Alégrate, fuerte refugio del cristiano; regocíjate más maridos fuertes el más fuerte.
Alégrate, el más sabio de los más sabios de este mundo; regocíjate, porque Dios te ha revelado su sabiduría secreta.
Alégrate, porque Dios mismo te enseñó la Palabra para comer la verdadera teología; Alégrate, tú que amaste a Cristo Dios más que a tu vida.
Alégrate, santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amaste al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 6
Por tu gracia, sana a los débiles y haz vasos fuertes, oh Cristo Rey. Las mujeres de Dios, portadoras de mirra, en Tu Cruz se paran valientemente y proclaman sin miedo la gracia de la Cruz a todos; los rostros de las esposas sabias, en vano convirtiéndose en rostros angelicales, gritan alegremente a la Trinidad de los Santos: Aleluya.
icos 6
Buscando ser iluminada por la luz del verdadero Dios-razón, cuando viste a Dios colgado en la Cruz, dijiste entre lágrimas, María maravillosa: ¿qué clase de Vida acepta ahora la muerte libre? Pero nosotros, que conducimos tu gloriosa iluminación por la gracia del Espíritu Santo, te clamamos:
Alégrate, Cristo crucificado desde lo profundo de su alma llorando; Alégrate, habiendo encontrado el gozo eterno en las aldeas celestiales.
Alégrate, porque nos mostraste la imagen del buen llanto; regocíjate, porque tú eres nuestro gozo incesante.
Alégrate, infalible consuelo de todos los que lloran; alegraos, como por Cristo, por su causa, sufristeis en la tierra.
Alégrate, porque eres glorificado con Él acerca de Él en el Cielo; Alégrate, fuerte vencedor de todos nuestros enemigos.
Alégrate, pronto auxilio en todas nuestras penas; Alégrate, porque tu recuerdo es muy dulce para todos los cristianos.
Alegraos, como toda la Iglesia de Cristo Su nombre honestamente; Alégrate, vid verdadera de la vid de Cristo.
Alégrate, santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amaste al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 7
Queriendo comprender el poder vencedor de la Cruz, hasta el final de la pasión de Cristo, estuviste junto a la Cruz del Salvador con otras esposas, gloriosa María. Las madres del Señor son dolorosamente compasivas, por lo que gritaste desconcertado: ¿qué es este extraño milagro? Haz sufrir a toda la criatura si quieres. Clamamos a la Cruz Dadora de Vida por voluntad del Amor Ascendido: Aleluya.
icos 7
La maravillosa esposa se te apareció, bendita María, con tu amor por Cristo Dios: thuyu, expresando dolorosos sollozos, cayendo sobre el que fue quitado de la Cruz, lo lavó con lágrimas de úlceras puras. Aún al apuesto José y al amante de la verdad Nicodemo, llegaste a la tumba de Spasov con otras santas esposas, llorando, llorando desconsoladamente a Su Madre Inmaculada, pasa su alma como un arma feroz, reconfortante. Pero nosotros, guiando tanto tu valor, te clamamos humildemente:
Alégrate, habiendo lavado con lágrimas las purísimas llagas de Cristo; Alégrate, Madre compasiva de Esa Inmaculada Java.
Alégrate, no dejaste a Cristo ni en la tumba; Alégrate, vida que debía estar en el ataúd, madurando en el desconcierto.
Alégrate, nuestro buen maestro hasta las lágrimas de arrepentimiento; Alégrate, instruyéndonos a lavarnos con esas lágrimas de inmundicia pecaminosa.
Alégrate, tú que nos induces a ablandar nuestro corazón petrificado con lo mismo; Alégrate, tú que nos mostraste la imagen de la verdadera sabiduría.
Alégrate, tú que nos enseñas a recordar la pasión de Cristo; Alégrate, gloriosa María, junto con la Inmaculada Virgen María, nuestra fiel intercesora.
Alégrate, buen siervo de Cristo; regocíjate, oh Señor, y no agradando al hombre.
Alégrate, santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amaste al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 8
Extraña, Diosa sabia María, te aparece la sepultura del Dador de la vida que da vida a todos: Aquel que está herido de amor, existiendo aún las tinieblas, trajo paz a Su tumba y derramó llorosos aromas. Lo mismo y ahora estáis en el paraíso fragante de los pueblos, con rostros angelicales clamando a Dios: Aleluya.
icos 8
Toda la dulzura, toda la alegría, toda tu vida seas Jesús, santa María, por eso, viendo la piedra quitada del sepulcro, pero al no encontrarla, sollozando, te abalanzaste a la fe viva de la piedra, Simón y otro, que ama a Jesús, el discípulo, diciéndoles dolorosamente: sacando al Señor del sepulcro, y sin saber dónde ponerlo. Ahora, habiendo sido liberado de ese dolor, te regocijas para siempre con Cristo en el Cielo. Estamos en la tierra en tal alegría con sus oraciones, escuchando con ternura, llorando ti tacos:
Alégrate, tú que venciste la oscuridad de la noche con el resplandor de tu amor por Cristo; Alégrate, tú que nos enseñaste la vigilia nocturna en oración.
Alégrate, brillando con luz eterna en el Cielo; Regocíjate, habiendo comprado el Reino de los Cielos a través de la pobreza espiritual.
Alégrate, porque en el dolor por las pasiones de Cristo has encontrado abundante consuelo; Alégrate, mujer mansa, heredera de la tierra del paraíso celestial.
Alegraos, hambrientos y sedientos de la verdad de Cristo, porque ya estáis saciados del manjar celestial; Alégrate, misericordioso, que has encontrado la misericordia del Señor y le pides con fervor nuestra misericordia.
Alégrate, porque ahora, como si fuera puro de corazón, ves a Dios cara a cara; Alégrate, porque ante todo te has honrado de ver la resurrección de Cristo, la Paz Eterna.
Alégrate, desterrado por la justicia de Cristo, porque tuyo es el Reino de Dios; Alegraos, habiendo adquirido gozo eterno y mucha recompensa en el Cielo.
Alégrate, santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amaste al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 9
Toda fila de ángeles se maravilló del gran misterio de tu gloriosa resurrección, Cristo Rey; diablos, estaba temblando, viendo que descendías al inframundo de la tierra y aplastabas las fes eternas que contenían a los atados, Cristo. Somos las alegrías de las mirras que se regocijan, lloran de alegría: Aleluya.
icos 9
Las muchas lenguas habladas de Vitiy no expresan adecuadamente tu gran dolor, gloriosa María, cuando estabas afuera del sepulcro llorando. ¿Quién puede decir la enfermedad de tu alma, cuando no has hallado en el sepulcro más que la vida de tu amado Señor? Tu corazón doliente no puede escuchar el consuelo de los ángeles de luz. Con ternura, recordando tu tristeza, te cantamos así:
Alégrate, al ver a Cristo Jesús agachado en la cueva; Alégrate, viéndolo ahora en el Trono de Gloria.
Regocíjate, habiendo visto los celestiales brillantes en la tierra; Alegraos, habiendo recibido de aquellos la voz del gozo de la resurrección de Cristo.
Alégrate, porque ahora siempre te estás regocijando con ellos; Alégrate, trayendo paz a Cristo con amor.
Alégrate, dulce hedor que fluye hacia el fragante mundo de Cristo; Regocíjate, rechazando las alegrías del mundo pecaminoso de amargura.
Alégrate, tú que has amado la dulzura celestial de Jesús; Alégrate, buen crecimiento de verano del jardín de Jesús.
Alégrate, fructífera viña del jardín de Dios; Alégrate, templo adornado del Santo Espíritu que aparece.
Alégrate, santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amaste al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 10
Aunque salvaste al mundo, aunque descendiste al sepulcro sin muerte, destruiste el poder del infierno y resucitaste, como vencedor, Cristo Dios, profetizando a las mirradoras: Alégrate. Con ellos, te traemos ahora un canto de alegría: Aleluya.
icos 10
Los sólidos muros de piedra fueron vuestro amor por Cristo que os amó, gloriosa María Magdalena portadora de mirra. Solo Temzhe vio ante Ineh Nuestro vientre se elevó de la tumba. El jardinero de Togo no rezó para serlo y le gritó a Tom, olvidando la debilidad de la naturaleza: “Si lo llevaste, dime dónde lo pusiste y yo lo llevaré”. Pero la dulce voz de Eso os mostrará al Maestro, pero enséñanos heraldos a vosotros:
Alégrate, tú que viste por primera vez el verdadero Vertogarden; Alégrate, habiéndose establecido en la ciudad celestial.
Alégrate, tú que ahora te alimentas del racimo de la gracia de Dios; Alégrense, regocijándose con el vino de los gozos celestiales.
Alégrate, porque tu amor a Dios ha vencido a la naturaleza; Alégrate, porque nos has enseñado el celo de Dios para comer.
Alégrate, de la boca de Cristo fue el primero en recibir el anuncio de la resurrección; Alégrate, tú que primero proclamaste las palabras de alegría como un apóstol.
Alégrate, habiendo encontrado el gozo eterno en el Cielo; regocíjate, ya que nos llamas a ese gozo contigo.
Alégrate, al interceder ante Dios por esto por nosotros; regocíjate, porque traes cálidas oraciones por nosotros a Él.
Alégrate, santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amaste al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 11
Ni una sola palabra basta para glorificar el gozo divino de la resurrección de Cristo según la herencia, aun con otras esposas, gloriosa María, apóstol para erigir en este día señalado y santo, fiestas y celebraciones de celebraciones. Mientras tanto, ante la grandeza de tu inefable merced, Cristo Rey, que estabas sobre nosotros, postrándote, con humildad y amor, te llamamos: Aleluya.
Icos 11
Una estrella luminosa se apareció al mundo pecador, Magdalena María, cuando, según la gloriosa Ascensión del Salvador, las ciudades y los pueblos son transitorios y la palabra del Evangelio se proclama por todas partes, sometisteis a muchos bajo el buen yugo de Cristo. Habiendo llegado incluso a la antigua Roma, te apareciste valientemente a Tiberio César, y con esa imagen de un huevo rojo y palabras sabias, entendiste el poder vivificante de Cristo, denunciaste al astuto Pilato y al obispo impío, pero por tus actos inicuos recibirán a uno digno, maravillándose de tal hazaña de tu apostolado, con alegría clamemos a ti:
Alégrate, glorioso evangelista de las enseñanzas de Cristo; Alégrate, radiante oscuridad pagana que se aleja.
Regocíjate, habiendo desatado las ataduras pecaminosas de muchos pueblos; Alégrate, tú que enseñaste la sabiduría de Cristo a todos.
Alégrate, sacando a muchas personas de las tinieblas de la ignorancia a la luz admirable de Cristo; Alégrate, habiéndonos mostrado la imagen de una posición firme por la verdad de Cristo.
Alégrate, tú que amaste la salvación de las almas de los pecadores más que su propia vida; Alégrate por haber entendido bien los mandamientos de Cristo.
Alégrate, tú que fielmente seguiste; Alégrate, tú que audazmente expusiste la oscuridad pagana.
Alégrate, tú que no temiste la ira de César; Alégrate, tú que mostraste la malicia y el engaño de los enemigos de Cristo.
Alégrate, santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amaste al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 12
Llena abundantemente de la gracia de Dios, has traído muchas almas a Cristo, gloriosa María, por eso has venido a Éfeso, aunque el amor apostólico con el Apóstol ha servido a la salvación del hombre, has reposado en bendita dormición al Señor , ahora con numerosos cantores celestiales, cantan: Aleluya.
icos 12
Cantando tu vida meritoria en la tierra y la gloria, aun en el Cielo, con alegría glorificamos, cantamos y magnificamos lo maravilloso en nuestros santos el Rey del Cielo, porque no solo tú misma, María santa, ahora regocíjate con esa gracia en las aldeas de los justos , pero regocíjanos en la tierra, habiéndonos dejado el precioso mundo de tus reliquias, incluso el sabio rey León de Éfeso mandó traer a Constantino a la ciudad. Tú y nosotros, como exudando gracia inagotable con todo el amor fluyendo, por la fe y el amor mentalmente besándonos, conmovedoramente te cantamos así:
Alégrate, ardiendo en la tierra de amor a Cristo; Alégrate, en el Cielo en la morada celestial de Eso que has establecido.
Alégrate, firme intercesión de los fieles; Alégrate, mundo fragante, Iglesia fragante.
Alégrate, incensario de oro, trayendo el incienso de la oración por nosotros a Dios; Alégrate, fuente inagotable de sanación.
Alégrate, tesoro de la gracia de Dios que es infatigable; Alégrate, fiel cómplice de rostros angelicales.
Alégrate, glorioso habitante de los salones celestiales; Alégrate, porque tu recompensa es mucha en el Cielo.
Alégrate, porque tu gozo es eterno en las moradas de los santos; Alégrate, porque también recibirás alegría por nosotros, pero la gracia y la gloria traerán la intercesión.
Alégrate, Santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, que amabas al Dulcísimo Señor Jesús más que a todas las bendiciones.
Kondak 13
¡Oh maravilloso y admirable adorno de las mujeres, alabanza y gozo de todos los cristianos, iguales a la apóstol, la gloriosa Magdalena María portadora de mirra! Acepta nuestra oración actual, de todas nuestras angustias y dolores del alma y del cuerpo, y de los enemigos visibles e invisibles que nos encuentran, libra y dirige al Reino de los Cielos con tu intercesión a todos los que con ternura y amor te cantan a Dios : Aleluya.
Este kontakion se lee tres veces, luego el 1er ikos: "El Creador de los Ángeles..." y el 1er kontakion "Preparado por el Señor..."
oración uno
¡Oh santa portadora de mirra y toda alabanza Igual a los Apóstoles de Cristo discípula María Magdalena! A ti, como si fuera más fiel y poderoso para nosotros a Dios como intercesor, pecador e indigno, ahora acudimos diligentemente y oramos en contrición de nuestros corazones. En tu vida, experimentaste las terribles maquinaciones de los demonios, pero por la gracia de Cristo claramente los liberaste y nos liberaste de tu red de demonios con tus oraciones, pero nos sacaste de toda nuestra vida con nuestras obras, palabras y pensamientos. y pensamientos secretos de nuestros corazones, serviremos fielmente al único Santo Dios Soberano, como se le prometió a Tom Esmas. Amaste al dulcísimo Señor Jesús más que todas las bendiciones de la tierra, y a lo largo de toda tu vida lo seguiste bien, por sus divinas enseñanzas y gracia no solo alimentas tu alma, sino que también llevas a muchas personas de las tinieblas paganas a Cristo a la luz maravillosa; entonces guiamos, te pedimos: pídenos a Cristo Dios la gracia que ilumina y santifica, sí, la eclipsamos, triunfamos en la fe y en la piedad, en los trabajos ascéticos del amor y del sacrificio, y esforcémonos perezosamente en servir a nuestro prójimo en sus necesidades espirituales y corporales, recordando el ejemplo de vuestra filantropía. Tú, Santa María, alegremente por la gracia de Dios, has fluido tu vida en la tierra y partiste en paz a la morada del cielo, ruega a Cristo Salvador, que con tus oraciones nos hagas caminar sin vacilar en este valle de llorando y en paz y arrepentimiento, acabemos con nuestra vida, sí, y habiendo vivido en santidad en la tierra, seremos honrados con la vida eterna bienaventurada en el Cielo, y allí contigo y todos los santos juntos alabaremos a la Trinidad Indivisible, canta la Divinidad Una, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
oración dos
¡Oh santa portadora de mirra, Igual a los Apóstoles María Magdalena! Con tu cálido amor por Cristo Dios, pisoteaste las malvadas maquinaciones del enemigo y encontraste las invaluables cuentas, Cristo, y alcanzaste el Reino de los Cielos. Por eso me postro ante ti y con el alma conmovida y el corazón contrito clamo a ti, soy indigno: mírame desde lo alto del cielo, borimago con tentaciones pecaminosas, mira cuántos pecados y problemas por cada día. el enemigo me hace tropezar, buscando mi muerte. ¡Gloriosa y alabada discípula de Cristo María! Ruega a Cristo Dios, amado por ti y amante de ti, que me dé la remisión de muchos de mis pecados, fortaléceme con su gracia para caminar sobria y alegremente por el camino de sus santos mandamientos, y que el fragante templo del Espíritu Santo me haga , para que en el mundo termine descaradamente mi difícil vida en la tierra y habite en la luminosa y dichosa morada del Paraíso Celestial, donde tú y todos los santos glorificaréis con gozo a la Trinidad Consustancial, el Padre, el Hijo y el Todo- Espíritu Santo. Amén.
A orillas del lago de Genesaret, entre las ciudades de Capernaum y Tiberíades, había una pequeña ciudad de Magdala, cuyos restos han sobrevivido hasta el día de hoy. Ahora solo el pequeño pueblo de Mejdel se encuentra en su lugar.
Una vez nació y creció una mujer en Magdala, cuyo nombre entró en la historia del evangelio para siempre. El Evangelio no nos dice nada sobre los primeros años de María, pero la Tradición nos dice que María de Magdala era joven, hermosa y llevaba una vida de pecado. El Evangelio dice que el Señor expulsó siete demonios de María. Desde el momento de su curación, María comenzó una nueva vida. Se convirtió en una fiel discípula del Salvador.
El Evangelio cuenta que María Magdalena siguió al Señor cuando Él y los Apóstoles pasaron por las ciudades y aldeas de Judea y Galilea predicando el Reino de Dios. Junto a las piadosas mujeres - Juana, mujer de Juza (mayordomo de Herodes), Susana y otras, le sirvió desde sus haciendas (Lc 8, 1-3) y, sin duda, compartió las labores evangelizadoras con los apóstoles, especialmente entre las mujeres. Evidentemente, el evangelista Lucas, junto con otras mujeres, se refiere a ella, diciendo que en el momento de la procesión de Cristo al Gólgota, cuando, después de la flagelación, llevó sobre sí la pesada cruz, exhausto por su peso, las mujeres lo siguieron. , llorando y sollozando, y los consoló. Cuenta el Evangelio que María Magdalena también estaba en el Gólgota en el momento de la crucifixión del Señor. Cuando todos los discípulos del Salvador huyeron, ella permaneció valientemente en la Cruz junto con la Madre de Dios y el Apóstol Juan.
Los evangelistas enumeran entre los que estuvieron junto a la cruz también a la madre del apóstol Santiago el Menor, y a Salomé, y a otras mujeres que siguieron al Señor desde la misma Galilea, pero todos llaman a María Magdalena la primera, y al apóstol Juan, excepto el Madre de Dios, solo la menciona a ella y a María Cleopova. Esto indica cuánto sobresalió entre todas las mujeres que rodeaban al Salvador.
Le fue fiel no sólo en los días de Su gloria, sino también en el momento de Su extrema humillación y oprobio. Ella, como narra el evangelista Mateo, también estuvo presente en el entierro del Señor. Frente a sus ojos, José y Nicodemo llevaron Su cuerpo sin vida a la tumba. Frente a sus ojos, bloquearon la entrada a la cueva donde el Sol de la vida se había puesto con una gran piedra...
Fiel a la ley en que fue educada, María, junto con otras mujeres, permaneció todo el día siguiente en reposo, porque era grande el día de aquel sábado, que coincidía aquel año con la fiesta de Pascua. Pero aún así, antes del día de descanso, las mujeres consiguieron abastecerse de fragancias para que el primer día de la semana acudieran de madrugada al sepulcro del Señor y Maestro y, según la costumbre de los judíos, ungieran Su cuerpo con aromas funerarios.
Se debe suponer que, habiendo acordado ir al Sepulcro el primer día de la semana temprano en la mañana, las santas mujeres, al dispersarse el viernes por la noche a sus hogares, no tuvieron la oportunidad de encontrarse el sábado. , y tan pronto como amaneció el día siguiente, fueron al sepulcro no juntos, sino cada uno de su propia casa.
El evangelista Mateo escribe que las mujeres llegaron al sepulcro al amanecer, o, como dice el evangelista Marcos, muy temprano, al amanecer; El evangelista Juan, como si los complementara, dice que María fue tan temprano al sepulcro que aún estaba oscuro. Aparentemente, esperaba con ansias el final de la noche, pero, sin esperar el amanecer, cuando aún reinaba la oscuridad, corrió hacia donde yacía el cuerpo del Señor.
Entonces María vino sola al sepulcro. Al ver que la piedra se alejaba de la cueva, se apresuró con miedo a donde vivían los apóstoles más cercanos a Cristo, Pedro y Juan. Al oír la extraña noticia de que el Señor había sido llevado fuera del sepulcro, ambos Apóstoles corrieron al sepulcro y, al ver el lienzo y el pañuelo doblado, quedaron atónitos. Los apóstoles se fueron y no dijeron nada a nadie, y María se paró cerca de la entrada de la cueva tenebrosa y lloró. Aquí, en este ataúd oscuro, su Señor yacía tan recientemente sin vida. Queriendo asegurarse de que el ataúd estaba realmente vacío, se acercó a él, y aquí una luz fuerte de repente brilló sobre ella. Vio a dos ángeles con túnicas blancas, sentados uno a la cabecera y el otro a los pies, donde yacía el cuerpo de Jesús. Al escuchar la pregunta: "Mujer, ¿por qué lloras?" - respondió con las mismas palabras que acababa de decir a los Apóstoles: "Se llevaron a mi Señor, y no sé dónde lo pusieron". Dicho esto, se volvió y en ese momento vio a Jesús Resucitado de pie junto al sepulcro, pero no lo reconoció.
Le preguntó a María: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que vio al jardinero, respondió: "Señor, si lo sacó, dígame dónde lo puso, y yo lo llevaré".
Pero en ese momento, reconoció la voz del Señor, una voz que le era familiar desde el mismo día en que la sanó. Ella escuchó esta voz en aquellos días, en aquellos años, cuando, junto con otras mujeres piadosas, seguía al Señor en todas las ciudades y pueblos donde se escuchaba su sermón. Un grito de alegría brotó de su pecho: "¡Rabbouni!", que significa Maestro.
Respeto y amor, ternura y profunda reverencia, un sentido de gratitud y reconocimiento de Su superioridad como gran Maestro, todo fusionado en esta única exclamación. No pudo decir más y se arrojó a los pies de su Maestro para lavarlos con lágrimas de alegría. Pero el Señor le dijo: "No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; pero ve a mis hermanos y diles: "Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. "
Recuperó el sentido y corrió nuevamente hacia los Apóstoles para cumplir la voluntad de Aquel que la envió a predicar. De nuevo corrió a la casa, donde los Apóstoles aún estaban confundidos, y les proclamó la gozosa noticia: "¡He visto al Señor!" Fue el primer sermón sobre la Resurrección en el mundo.
Se suponía que los apóstoles predicarían el evangelio al mundo, pero ella predicó el evangelio a los mismos apóstoles...
La Sagrada Escritura no nos habla de la vida de María Magdalena después de la resurrección de Cristo, pero no cabe duda de que si en los terribles momentos de la crucifixión de Cristo ella estuvo al pie de Su Cruz con Su Purísima Madre y Juan, entonces no hay duda de que ella estuvo con ellos y todo el tiempo más cercano después de la resurrección y ascensión del Señor. Así San Lucas escribe en el libro de los Hechos de los Apóstoles que todos los Apóstoles estaban unánimes en oración y ruego con algunas mujeres y María, la Madre de Jesús, y con sus hermanos.
Cuenta la Santa Tradición que cuando los Apóstoles partieron de Jerusalén para predicar por todas partes del mundo, María Magdalena fue con ellos a predicar. La valiente mujer, cuyo corazón estaba lleno de recuerdos del Resucitado, dejó su tierra natal y fue a predicar a la Roma pagana. Y por todas partes proclamaba a la gente acerca de Cristo y de sus enseñanzas, y cuando muchos no creían que Cristo había resucitado, les repetía lo mismo que había dicho a los Apóstoles en la luminosa mañana de la Resurrección: "Vi al Señor ." Con este sermón viajó por toda Italia.
La tradición dice que en Italia, María Magdalena se apareció al emperador Tiberio (14-37) y le predicó sobre Cristo Resucitado. Según la leyenda, ella le trajo un huevo rojo como símbolo de la Resurrección, símbolo de una nueva vida con las palabras: "¡Cristo ha resucitado!" Entonces ella le dijo al emperador que en su provincia de Judea, Jesús el Galileo, un hombre santo que hizo milagros, fuerte ante Dios y todos los pueblos, fue inocentemente condenado, ejecutado por la calumnia de los sumos sacerdotes judíos y la sentencia fue aprobada por el procurador designado por Tiberio Poncio Pilato.
María repetía las palabras de los Apóstoles de que los que creen en Cristo son redimidos de una vida vana no con plata u oro corruptible, sino con la sangre preciosa de Cristo como Cordero inmaculado y puro.
Gracias a María Magdalena se ha extendido entre los cristianos de todo el mundo la costumbre de regalarse huevos de Pascua el día de la Santa Resurrección de Cristo. En una antigua carta griega escrita a mano, escrita en pergamino, almacenada en la biblioteca del monasterio de Santa Anastasia cerca de Tesalónica (Tesalónica), hay una oración leída en el día de la Santa Pascua para la consagración de huevos y queso, que indica que el abad, repartiendo los huevos consagrados, dice a los hermanos: "Así recibimos de los santos padres, que han conservado esta costumbre desde los mismos tiempos de los apóstoles, porque la santa Igual a los Apóstoles María Magdalena fue la primera para mostrar a los creyentes un ejemplo de este gozoso sacrificio".
María Magdalena continuó su evangelización en Italia y en la misma ciudad de Roma. Evidentemente, es precisamente esto lo que tiene en mente el apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos (16,6), donde, junto a otros ascetas de la predicación del evangelio, menciona a María (Mariam), quien, como dice "ha trabajado duro para nosotros". Evidentemente, sirvieron de todo corazón a la Iglesia tanto con sus medios como con sus trabajos, estando expuestos a los peligros, y compartieron con los Apóstoles los trabajos de la predicación.
Según la tradición de la Iglesia, permaneció en Roma hasta la llegada del Apóstol Pablo allí y dos años más después de su partida de Roma tras el primer juicio de él. Desde Roma, Santa María Magdalena, ya en su vejez, se trasladó a Éfeso, donde trabajó incansablemente el santo Apóstol Juan, quien de sus palabras escribió el capítulo 20 de su Evangelio. Allí terminó la santa vida terrenal y fue sepultado.
Sus santas reliquias fueron trasladadas en el siglo IX a la capital del Imperio bizantino, Constantinopla, y depositadas en el templo del monasterio en nombre de San Lázaro. Durante la era de las Cruzadas, fueron trasladados a Italia y colocados en Roma bajo el altar de la Catedral de Letrán. Parte de las reliquias de María Magdalena se encuentra en Francia, cerca de Marsella, donde se erigió un magnífico templo sobre ellas al pie de una montaña escarpada en honor a ella.
La Iglesia Ortodoxa honra sagradamente la memoria de Santa María Magdalena, una mujer llamada por el Señor mismo de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios.
Una vez sumida en el pecado, ella, habiendo recibido la curación, sincera e irrevocablemente comenzó una vida nueva y pura y nunca dudó en este camino. María amaba al Señor, que la llamaba a una vida nueva; Ella le fue fiel no sólo cuando Él, habiendo expulsado de ella siete demonios, rodeado de gente entusiasta, pasó por las ciudades y aldeas de Palestina, ganándose la gloria de un hacedor de milagros, sino también cuando todos los discípulos lo dejaron fuera. de miedo y Él, humillado y crucificado, colgado en agonía en la Cruz. Por eso el Señor, conociendo su fidelidad, se le apareció primero, resucitado del sepulcro, y fue ella la digna de ser la primera predicadora de su Resurrección.
Memoria Santa Igual a los Apóstoles María Magdalena tiene lugar en Iglesia Ortodoxa 4 de agosto, según el nuevo estilo, así como la semana de las mirradoras, el segundo domingo después de Pascua.
Vida de Santa María Magdalena
Nos ha llegado muy poca información fiable sobre la vida de Santa María Magdalena. Se sabe que era de la ciudad de Magdala, situada cerca de Capernaum. Su nombre se menciona varias veces en el Evangelio. Ella sufrió posesión demoníaca y recibió sanidad de Cristo, después de lo cual comenzó a seguirlo, sirviéndolo y ayudándolo con su dinero (Lucas 8:3). EN Iglesia Católica Generalmente se acepta que la pecadora evangélica que lavó los pies de Cristo con el mundo fue María Magdalena, pero en la ortodoxia no se comparte este punto de vista, y en el akathist y canon dedicado a esta santa, no se menciona al pródigo. vida que llevaba antes de conocer a Cristo. Se sabe por el Evangelio que María Magdalena, junto con otras mujeres, estuvo presente en la muerte del Salvador en la Cruz, así como en Su sepultura (Mateo 27:56, Mateo 27:61). El evangelista Juan cuenta también que María Magdalena fue la primera a la que se le apareció Cristo resucitado. Según esta historia, ella llegó a la tumba del Señor temprano en la mañana, sin esperar a otras mujeres portadoras de mirra, y allí fue honrada con un encuentro con el Salvador, a quien al principio no reconoció y confundió con un jardinero (Juan 20, 11:18). Habiendo recibido de Él el mandato de transmitir todo lo que vio y oyó a los discípulos de Cristo, María Magdalena fue a ellos con la gozosa noticia, comenzando así su ministerio de predicación.
Cuenta la tradición que después de la Resurrección de Jesucristo, María Magdalena comienza, junto con otros apóstoles, la predicación del cristianismo, primero en Jerusalén, y luego en Roma, donde también visita al emperador Tiberio. Según la leyenda, se suponía que ella debía traerle un regalo y, al no tener nada, le trajo al emperador un huevo. Después de que Tiberio escuchó su sermón sobre la vida y las enseñanzas de Cristo, así como sobre Su resurrección, dijo que esto era tan imposible como el huevo de una gallina roja. Después de eso, el huevo traído por María Magdalena se puso rojo, y desde entonces existe la tradición de darse huevos rojos entre sí.
También se sabe por la tradición que María Magdalena predicó en Éfeso junto con el Apóstol Juan el Teólogo, donde murió en paz.
Veneración de Santa María Magdalena
Las reliquias de la Santa Igual a los Apóstoles María Magdalena fueron largo tiempo en el lugar de su entierro en Éfeso y solo en el siglo IX fueron trasladados a Constantinopla, pero durante las Cruzadas fueron capturados por los cruzados y trasladados a Roma. En la actualidad, las partículas de las reliquias de María Magdalena se encuentran en Jerusalén, el Monte Athos, así como en Francia.
En la Iglesia Ortodoxa, Santa María Magdalena es venerada igual que los apóstoles y es recordada en el día de las mujeres portadoras de mirra, quienes se convirtieron en las primeras testigos de la Resurrección de Cristo. En la Iglesia católica existe un culto especial a María Magdalena, a cuya imagen se acostumbra ver a un pecador que, mediante el arrepentimiento y las obras ascéticas, alcanzó la santidad. Según las leyendas occidentales, María Magdalena pasó los últimos años de su vida en el desierto, donde recibió el perdón de sus grandes pecados a través del llanto y el arrepentimiento y fue enterrada por cierto monje ermitaño. Así, en tradición católica la imagen de María Magdalena se fusiona con la imagen de María de Egipto. En los países occidentales son muchos los templos consagrados en honor a esta santa, aunque en nuestro país es muy venerada y patrona de muchas mujeres cristianas. El ejemplo de su amor sacrificial y abnegación al servicio del Señor merece respeto y es digno de emulación.
Tropario, tono 1:
Seguiste a Cristo, nacido de la Virgen por nosotros, / honrada Magdalena María, / guardas esa justificación y leyes.
Kontakion, tono 3:
Viniendo, glorioso, a la Cruz del Salvador con muchos otros, / y la Madre del Señor se compadece, y se agudizan las lágrimas, / esto en alabanza traes, diciendo: / ¿qué es este extraño milagro?
Grandeza:
Te engrandecemos, / mirra santa Igual a los Apóstoles María Magdalena, / y honramos tus enfermedades y trabajos, / trabajaste a la imagen / en el evangelio de Cristo.
Oración:
¡Oh santa portadora de mirra y toda alabanza Igual a los Apóstoles de Cristo discípula María Magdalena! A ti, como si fuera más fiel y poderoso para nosotros a Dios como intercesor, pecador e indigno, ahora acudimos diligentemente y oramos en contrición de nuestros corazones. En tu vida, experimentaste las terribles maquinaciones de los demonios, pero por la gracia de Cristo claramente los liberaste y nos liberaste de tu red de demonios con tus oraciones, pero nos sacaste de toda nuestra vida con nuestras obras, palabras y pensamientos. y pensamientos secretos de nuestros corazones, serviremos fielmente al único Santo Dios Soberano, como se le prometió a Tom Esmas. Amaste al dulcísimo Señor Jesús más que todas las bendiciones de la tierra, y a lo largo de toda tu vida lo seguiste bien, por sus divinas enseñanzas y gracia no solo alimentas tu alma, sino que también llevas a muchas personas de las tinieblas paganas a Cristo a la luz maravillosa; entonces guiamos, te pedimos: pídenos a Cristo Dios la gracia que ilumina y santifica, sí, la eclipsamos, triunfamos en la fe y en la piedad, en los trabajos ascéticos del amor y del sacrificio, y esforcémonos perezosamente en servir a nuestro prójimo en sus necesidades espirituales y corporales, recordando el ejemplo de vuestra filantropía. Tú, Santa María, alegremente por la gracia de Dios, has fluido tu vida en la tierra y partiste en paz a la morada del cielo, ruega a Cristo Salvador, que con tus oraciones nos hagas caminar sin vacilar en este valle de llorando y en paz y arrepentimiento, acabemos con nuestra vida, sí, y habiendo vivido en santidad en la tierra, seremos honrados con la vida eterna bienaventurada en el Cielo, y allí contigo y todos los santos juntos alabaremos a la Trinidad Indivisible, canta la Divinidad Una, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
